Los clásicos populares y Fernando Argenta

Esta pequeña reflexión viene a cuento por un tema que no parece tener mucha trascendencia, pero sí la tiene. Ahora se acaba de producir la jubilación de Fernando Argenta que durante treinta años nada menos ha venido desarrollando el programa Clásicos Populares en Radio Nacional de España, y el Conciertazo en TVE, ambos de gran interés para millones de espectadores. Según he oído, estos programas van a desaparecer, si no lo han hecho ya a la hora de publicarse este escrito.

Fernando Argenta es hijo del recordado director de orquesta santanderino Ataulfo Argenta del que se cumplen ahora 50 años de su muerte. Murió joven, cuando su fama se estaba consolidando en el mundo. También fue un propulsor de la música de zarzuela. Grabó a lo largo de su corta vida más de ochenta zarzuelas.

Su hijo Fernando lleva también en la sangre su amor por la música y en estos treinta años, junto a otros estimados colaboradores, entre los que figuran Araceli González Campa, popularizó la música clásica, escogiendo las piezas más destacadas de cada autor, dando a conocer a directores de orquesta e intérpretes y ofreciéndole, al mismo tiempo, una pátina de humor y desenvoltura, con expresiones tales como el Viejo Peluca, refiriéndose a J.B. Bach, o el Cura Pelirrojo, cuando aludía a Vivaldi, (Il prete rosso) o comentando las venturas y desventuras de los compositores. A mismo tiempo convertía la emisión en interactiva porque muchas veces los oyentes podían participar a través de concursos e intervenciones. RNE ha producido diez discos de Clásicos Populares con piezas musicales elegidas por los propios oyentes.

En fin que sería una pena que estas actividades desapareciesen, porque no todos queremos estar delante del televisor o escuchando la radio para seguir el deporte o los cotilleos de los programas basura.

Y hablando de deporte, es lamentable que programas como Saber y ganar, que apenas dura media hora, sea suspendido en la 2 de TVE para poner ciclismo, tenis o cualquier otro, cuando tienen todo el tiempo del mundo para hacerlo. Conclusión: la cultura importa bien poco en este país.

José M. Balbuena Castellano