Contracorriente

Siempre me ha gustado ir contracorriente, porque nadar a favor de las olas es lo más fácil. Desde que estaba inmiscuido y militando en el periodismo deportivo a veces, sí se lo merecía, criticaba a mi querida Unión Deportiva Las Palmas. Cuando salió Canarias 7 a la calle en octubre de 1982 decidí denunciar, con la ayuda de Juan Francisco Sardaña y Pepe Alemán, a la UD por pagar los viajes a los periodistas en los desplazamientos penínsulares, y fue el nuevo periódico el que comenzó a independizarse totalmente del club de Pío XII. Antonio Lemus en “La Provincia” y Luis García Jiménez en el “Diario de Las Palmas” no tuvieron más remedio que seguir mi mismo camino, no sin antes estar algún tiempo sin hablarme. Y por supuesto, cuando el equipillo de mis amores jugaba mal, así lo manifestaba, y en una ocasión tuve una buena agarrada con Germán Dévora por un partido que jugó fatal, aunque le profesaba una gran admiración como “el maestro” que era, y hoy día somos buenos amigos y aplaudo que sea el presidente de honor de la Unión Deportiva.

Después en el periodismo político he criticado a diestro y siniestro, y de mis preferencias de izquierda últimamente he puesto el acento en los errores del PSOE y de Izquierda Unida, tarjetas negras incluidas. Eso de perdonarle todo al partido político, o al equipo de fútbol de tus amores, me parece un producto de la sociología del franquismo, en donde criticar estaba muy mal visto. No les quiero cansar de nuevo relatando una vez más los errores del PSOE y de Izquierda Unida, mis lectores están muy bien informados y tienen una buena memoria, me consta. Pero si me produce urticaria y hasta arcadas que las críticas contra Podemos se hayan desatado de una forma salvaje, visceral y la mayor parte de las veces, injusta. Desde el Partido Popular han surgido los mayores insultos al nuevo partido, y a su líder Pablo Iglesias, que ha sido calificado de comunista, populista, bolivariano, castrista y hasta etarra, con un fervor tremendo por parte de Esperanza Aguirre, Esteban González Pons, Carlos Floriano, Rafael Hernando, y hasta en twitter se identificó a Podemos con un partido nazi.

Rosa Díez, que está todavía muy dolida –debería decir jodida, pero hoy estoy muy educado, disculpen mi moderación- por haberse quedado en cuarto lugar en el Congreso socialista que Zapatero le ganó a Pepe Bono, a Matilde Fernández, y a la Rosa derechosa, y ahora está más jodida (sin excusas) porque Podemos la ha relegado al quinto lugar del ranking nacional, y con furor ha comparado al partido que lidera Iglesias con el Frente Nacional francés de María Le Pen, y dos piedras. Coincide la Rosa con el Delegado del Gobierno de Mariano Rajoy en Asturias, Gabino Lorenzo, que también tacha un día sí y otro también a Podemos de populista, fascista, bolivariano venezolano, y algunas cosillas más, y me dicen de “El Comercio” de Gijón que la cuestión es que Lorenzo anda acojonado con el avance de Podemos en las tierras asturianas. Por su parte que Pedro Arriola, el ideólogo y gurú del Partido Popular, califique a los podemistas de frikis, es otra perla más para ponerla en la colección.

Coincido con mi vecina del quinto en la plazoleta de Farray, y cuando le cuento mis cuitas sobre Podemos, va y me suelta una de sus peroratas crípticas, que cada vez entiendo menos. “Mire no me sea bobo. Lo peor de Podemos es que Pablo Iglesias se compra la ropa en Alcampo, con todos los respetos para esta gran superficie, la verdad es que se demuestra que su novia Tania Sánchez no tiene gusto ninguno, debería decirle que se compre un traje de caballero de Gucci o Armani, que se quite la coleta y se haga un peinado de ejecutivo, y ya verá que no se meten tanto los periodistas de la casta ni con Podemos ni con Pablo Iglesias”. Le pregunto cuántos gin tonics se ha tomado, y me responde con contundencia: “Cinco, y me he largado dos rayitas, ¿¡qué pasa!?.

Feliz Navidad a todos los lectores y además amigos.