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Controladores aéreos y no dictadorzuelos golpistas

Fidel Campo Sánchez / Fidel Campo Sánchez

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En las Islas Canarias hemos vuelto a sufrir una vez más las dificultades derivadas de la soberbia indecente de unos empleados de la administración pública, en cuyos comportamientos prima fundamentalmente el vivir opíparamente de los intereses públicos y muy alejados de la preocupación del bien común. A muchos de ellos en diferentes ocasiones como a los antiguos militares golpistas les han oído manifestarse despectivamente de los “políticos” y desear que la administración debiera dejarles actuar libremente sin interferencias, esto es lo que faltaba que unos vulgares gánster se pudieran permitir hacer de su capa un sayo, vulnerando flagrantemente el Estado de Derecho, como están haciendo.

Este es un conflicto que se reproduce cada cuatro o cinco meses y siempre coincidiendo con etapas de incremento del tráfico aéreo, con períodos vacacionales, en suma en épocas en las que el daño genere conflictividad social y económica cual es el caso en esta nacionalidad que vive del Turismo y este problema viene a agravar aún más la situación de la principal fuente de ingresos que tenemos.

En el período navideño del pasado año 2008, los conflictos derivados del “control Barajas” valgo como ejemplo, fueron muy sonados y no nos resistimos a reproducir textualmente algunos de los contenidos de una excelente información que apareció en el periódico El Mundo en su edición dominical del 11 de Enero de 2009, que nos facilitó el profesor Segura. Este periódico de tirada nacional dedicó su monográfico económico al análisis del sistema de navegación aérea español; de su lectura se desprenden consideraciones espectaculares que transcribimos y que se deben a la pluma de la periodista Marisa Recuero. El titular de la información era “controladores sin control” “ganan entre 80.000 y 800.000 euros al año, descansan una hora de cada dos y tienen poder para paralizar todo un país”.Cuatro horas de trabajo y dos de descanso para los turnos de seis horas. A cambio, un sueldo de hasta 800.000 euros al año, en los mejores casos y 80.000 para los menos agraciados, es decir, aquellos a los que les tocó controlar los aviones que operan en los pequeños aeropuertos españoles.

Continúa la información diciendo: el chollo es cuando AENA les precisa a horas intempestivas (o en época navideña, como sucedió en Barajas hace unos días por la baja de siete controladores). Un sistema de localización contacta con algunos de ellos para encargarle horas extraordinarias por las que llegan a embolsarse hasta 1.500 euros por turno. Y si hay algún organismo, o el propio Gobierno, que les lleva la contraria, basta con aumentar el tiempo entre aterrizajes y despegues para provocar retrasos de vuelos o, incluso, cancelaciones y el caos inmediato en el aeropuerto“.

Está claro que por encima de los pilotos, los controladores aéreos tienen el poder en el negocio aeroportuario español. De hecho son los únicos trabajadores de un aeropuerto capaces de poner al Gobierno en la picota ante la opinión pública con el cierre de cualquier aeródromo de la red.

Curiosamente los controladores constituyen el único colectivo que nunca ha declarado o solicitado ejercitar el derecho constitucional de huelga, siempre han sido actuaciones a la “sordina” y han alcanzado un tan alto nivel de soberbia que les importa un bledo los editoriales periodísticos, las críticas de artículos de opinión como este o cualquier comentario en cualquier medio de comunicación. Se consideran -y hasta ahora lo han logrado- totalmente intocables.

No perdamos de vista que en España en un corto plazo de tiempo han caído empresas transportistas aéreas como Futura, Air Madrid, Air Comet y otras pequeñas de otros países que operan en nuestros aeropuertos.

La crisis económica internacional iniciada en el 2008 le ha proporcionado un empujón a un sector maltrecho en el que se mezclan intereses institucionales (todas las comunidades autónomas aspiran a gestionar los aeropuertos que algunos entienden como una larga galería comercial cerca de la cual aterrizan aviones que hacen ruido) con intereses privados como el de los fabricantes de aviones, gestores de navegación y aeroportuarios, proveedores de sistemas, de combustibles?etc., dando consigo situaciones muy diversas en esa larga cadena de valor que es el transporte aéreo.

La importante caída en el número de pasajeros y en el de frecuencias en las operaciones aeroportuarias, ha afectado inevitablemente a todo el sector productivo, con él a las cuentas de resultados, a las plantillas de las empresas e inevitablemente a todo el sector. Pues bien, los controladores estiman que esto no va con ellos, que aquí no pasa nada, que en España si hay seis o siete millones de personas en paro, subempleadas o en lastimosas franjas de pobreza, eso a ellos no les interesa y en consecuencia que Aena no les venga con milongas de recortes de gastos, de optimización de recursos materiales y humanos, que ellos constituyen una casta de intocables. Además y a diferencia de pilotos, azafatas de aviones, empleados de venta de billetes, de facturación..etc., no se les ve, no se les conoce públicamente, no tienen contacto con los usuarios, pueden dañar sin ser dañados.

A todo esto, además, debemos añadir que don José Segura, en esa genialidad y eficacia que le caracteriza, nos manifestó que era necesario crear una escuela privada de controladores aéreos de características singulares al objeto de que a medida que fueran renovándose los convenios colectivos pudiera existir la posibilidad de ir poco a poco sustituyendo los actuales por sistemas diferentes de cara a ese servicio público que ahora están boicoteando y que precisa no solo cambios de mentalidad sino de eficacia y decencia de los indecentes que ponen en situación gravísima la Economía de un país.

Fidel Campo Sánchez

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