La corrupción eres tú

En el colmo de la desfachatez, el todavía juez Salvador Alba ha denunciado a la magistrada Victoria Rosell por, según argumenta, haberle faltado al respeto en una entrevista concedida a la Cadena Ser. Eso es como si yo golpeo a alguien y encima lo denuncio por ponerse en medio de mi camino.

El caso Alba ya se está poniendo de color castaño oscuro. Si alguien no lo remedia pronto, la Justicia en Canarias puede quedar a la altura del betún. De un betún también castaño oscuro, casi negro. Más bajo no puede caer.

Después de este espectáculo judicial en el que todos hemos podido escuchar a un juez pergeñando sus trapisondas con un empresario y conversando procazmente con otros colegas, poco nos queda por ver. Sabíamos que había jueces machistas o xenófobos, pero al menos hasta ahora lo disimulaban lo mejor posible. Ya ni eso.

Estamos hablando de corrupción, de problemas muy graves de fondo, y Alba se defiende contraatacando con la supuesta falta de educación de la magistrada a la que trató de matar política y judicialmente con la ayuda de un político dizque corrupto que tuvo que dejar su puesto a toda prisa después de que le destaparan los papeles de sus chanchullos.

Es como cuando una anciana octogenaria muere quemada por una vela que encendió porque le cortaron la luz por pobreza energética y los padres de la patria y los tontos de turno señalan a Podemos por no haber aplaudido el discurso del rey y por no asistir al besamanos cortesano, áulico y palaciego.

Vivimos en un mundo de locos o de sinvergüenzas que dan más importancia a la botella de leche que a la leche misma. Vivimos en una sociedad que mira el dedo cuando éste señala la luna. Vivimos en un estado de idiotez permanente donde las formas tratan de tapar el fondo de la cuestión.

¿Qué es la corrupción?, me preguntas clavando tu pupila en mi pupila azul. Qué es la corrupción. ¿Y tú me lo preguntas? La corrupción eres tú.