Espacio de opinión de Canarias Ahora
Cosas del bombillo
Pero no fue el bombillo soriano el que se me encendió. Éste nunca se apaga; dicho sea para darle gusto a quienes me creen obsesionado por un personaje que, la verdad, no me ocupa sino el rato que dedico a esta columna el día que le toca. No se necesita luz para verlo venir pues es tan previsible que puedo ahorrarme el gasto energético. Iba a que esta gente carga la mano sobre la inmigración en términos tales que piensas enseguida si no se habrá olvidado que hasta no hace tanto emigraban los canarios. Huían de la miseria económica y de las persecuciones políticas; o de las dos cosas, cuando Él habitaba entre nosotros. No soy el primero que señala esta contradicción de los mandarines que han expresado públicamente sus reticencias (vamos a llamarlas así de suave) con los inmigrantes. Los mismos, oye, que luego van a América henchidos de fervor a comprar el voto de los emigrantes isleños o de sus descendientes. Llama la atención que se muestren tan solícitos con los emigrantes canarios como despreciativos con los que ahora nos llegan por los mismos motivos que tuvieron los nuestros para irse en su día. Sin embargo, en el fondo no hay contradicción alguna. Quiero decir que el oportunismo electorero y el nacionalismo de media peseta que les lleva a captar a los canarios del exterior no se acompañan de la necesaria sensibilidad acerca de la dimensión del drama humano histórico de la emigración que, en el caso de la canaria, suelen adornar en los discursos con irritantes tintes cuasi épicos. Es lógico y nada contradictorio, insisto, que si no les interesa la emigración canaria sino con fines electorales, sin pararse en las circunstancias, con frecuencia terribles, que la provocaron, les venga de cara la que ahora llega a las Islas. A esa insensibilidad responden sus actitudes restrictivas que no cuestionan, como digo, el modelo de crecimiento económico. Sin entrar en cuánto se preocupan por esos votos lejanos y no se ocupan de los ciento y pico mil de residentes tirados a la basura. Que esa es otra. Se mueven entre el cinismo y la poca vergüenza.
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