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Las cosas del paulinesado

José A. Alemán / José A. Alemán

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No hace falta remontarse para llevarnos las manos a la cabeza. Basta un vistazo a las últimas semanas. Si vamos más atrás nos faltaran manos o perdemos la cabeza. Tras meses de tumba y dale con la ley de Dependencia y con Inés Rojas en el erre que erre de que lo estaba haciendo bienísimo, resultó al final que Canarias ocupa los últimos lugares en la aplicación a los dependientes de los fondos a ellos destinados, que, por si fuera poco, no salen del bolsillo autonómico sino que los puso Madrid. Prefiero creer que el problema es de incompetencia porque sería muy fuerte que se debiera al deseo de evitar que Zapatero se apunte un supuesto tanto. Elijan ustedes lo que les cuadre. Y que le ponga ATIcc-PP una vela a Santa Rita, santa Rita, aunque no creo que el pedazo de laico que dice ser Zapatero practique el que se da no se quita y lo mismo le da por exigir la devolución de los cuartos.

Después viene el joyita de Berriel. Sigue defendiendo su descatalogación de especies de flora y fauna a la mayor gloria de Granadilla y sus entenados. Alega, el hombre, el aval de informes científicos que todavía no ha enseñado, que yo sepa; como tampoco sé que haya revelado el nombre de sus autores. Frente a los innominados han salido a la palestra, a decirle nones, gente bien conocida y reconocida de la comunidad científica canaria; con el carné en la boca, como debe ser. Muchos de ellos no son de los que se prodigan en este tipo de cosas, pero a la fuerza ahorcan. Se han añadido a las críticas asociaciones ecologistas y algunos antecesores en el cargo que ahora ocupa Berriel. No sólo están contra el descatálogo sino que niegan lo que dice el consejero acerca de su inasistencia a reuniones a las que, afirman, no fueron ni convocados. Pero que por ahí se las den todas a Berriel: se le subirán los colores, en el supuesto de que tenga vergüenza, pero sabe que se pongan como se pongan científicos, ecologistas, ex consejeros y la madre que parió a todos ellos, el descatálogo cuenta en el Parlamento con los 34 votos inamovibles de ATIcc-PP porque todos los que se oponen están equivocados. La representatividad democrática es patente de corso y si hay recurso y esas boberías, tiempo habrá de acabar con todo bicho viviente. Muerto el perro se acabó la rabia. Es una forma de gobernar, no digo yo que no, respaldada por los votos de quienes lo quieren así.

Con la adjudicación mencionada de la Televisión Digital Terrestre (TDT), es Paulino quien se ha cubierto y dejo al lector la elección del embalaje que sea más de su gusto. Ya hay dos sentencias anulatorias del fallo del concurso por su arbitrariedad, subjetividad y desviación de poder; lo de siempre, ignorantes de que se trata de costumbres que no generan Derecho. Entre las arbitrariedades figura el encargo del Gobierno de un informe a cierta empresa exterior, peninsular por razones patrióticas, que no sólo no estaba previsto en las bases sino que ni siquiera lo solicitó la mesa de contratación que lo aceptó sin rechistar (al que hable me lo apuntan), incurriendo para los jueces en dejación de funciones. Los jueces apuntaron también la obviedad de que quien recibe un encargo, suele informar de acuerdo con los deseos del contratante en virtud del principio fenicio de que el cliente tiene siempre la razón y si lo que pretende es hacerse con el control de los medios informativos, por las buenas o por las malas, no se hable más.

Sin embargo, dice Paulino que todo se hizo bien, que son los recurrentes y los jueces quienes se equivocan. Algo tenía que decir menos reconocer el riesgo más que grave de que acaben las arcas públicas pagando unas indemnizaciones que no son cosa de broma. La esperanza pauliana es que los recursos contra las sentencias se demoren y que arree quien venga detrás; con el dinero de los contribuyentes que están para pagar disparates a fondo perdido y callarse la boca.

Otra cuestión que llama la atención es el paso de Hernández Bento de la consejería de Turismo a la de Hacienda, regentada por su idolatrado Soria. Un cambio de destino que no tendría nada de particular si no fuera porque, en una de ésas, se justificó con que así, en Hacienda, tendría la señora más tiempo que dedicar a la preparación del PP para las próximas elecciones. Una forma indebida de financiar al partido ante la que los psocialistas no han rechistado. Lo que permite presumir que lo ven normal porque ellos también practican o han practicado el pago con dinero público del sueldo de personas que se dedican, de forma preferente, a tareas orgánicas partidistas. Es lo ocurrido con Hernández Bento. Si no es así, que nos lo expliquen a quienes ponemos las perras.

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