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Debate y oportunismo

Cristóbal D. Peñate

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No sé cómo será en otras televisiones públicas de España pero los debates electorales en las televisiones públicas en Canarias han sido por lo general bastante surrealistas y esperpénticos.

Se nota que las televisiones públicas solo ceden su espacio para cumplir con la ley y punto. Les importa un bledo si los debates son interesantes y atractivos para los televidentes, que son a su vez los potenciales votantes, porque no creo que a los niños les interese mucho la cosa pública y sus enredos actuales.

Desgraciadamente la cosa pública interesa poco también a los adultos, aunque muchos saben que con las cosas de comer no se juega. Una cosa es que la política sea un rollo macabeo y otra que lo que hagan los gobernantes nos importe un pepino porque siempre alcanzamos para bien o para mal.

Ha sido realmente alucinante ver un supuesto debate en el que los participantes nada tienen que ver entre sí, excepto que son candidatos. ¿Qué hace debatiendo un pretendiente al Cabildo de Gran Canaria con un aspirante a la alcaldía de Guía de Isora? Eso no se puede llamar debate sino una sucesión de monólogos electorales en el que cada uno quiere vender su pescado y su moto al electorado sin contrastar ni debatir propuestas.

La tele pública sabe que tiene que dar un debate y a cada partido le regala un espacio para que se promocione, pero el televidente y potencial votante no se entera, sobre todo si vota en Teror y el candidato que le da la tabarra por la caja tonta es de Adeje.

Los que sí han entendido muy rápidamente el pragmatismo político son los de Coalición Canaria. Un día después de poner a parir a Pedro Sánchez, al Partido Socialista y a Podemos, vota en el Congreso junto a ellos a la candidata socialista a presidir la Cámara Baja, Meritxell Batet, que a partir de ayer está al frente de ella con los votos de las dos diputadas de Coalición Canaria por Santa Cruz de Tenerife. Seguro que algo esperan a cambio.

La veterana Ana Oramas ha aprendido del no menos veterano José Miguel Bravo de Laguna, que ya ha advertido en la campaña electoral que no tiene inconveniente en pactar con cualquier partido. Bravo de Laguna es aún más perro viejo que Ana Oramas y prefiere dejar abierta todas las puertas antes de comerse sus propias palabras, como hizo ayer, sin ir más lejos, la política nacionalista chicharrera. Todo sea por la patria.

Coalición Canaria ha aprendido la lección rápidamente: no es no, excepto cuando quieren decir que sí, y sí es sí menos cuando quieren votar que no. Bienvenida a la yenka parlamentaria. El espectáculo acaba de empezar.

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