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Debate sobre la Zapateridad
Esto de convertir la sede del Parlamento en un plató de televisión provoca estas consecuencias. Paulino Rivero sabe que no puede competir con Ana Rosa Quintana aunque Willy García le ceda el horario de Manolo Artiles, por eso el trío de la felicidad que forman el presidente, Barragán y Australia dedicó la mañana a matar el tiempo con turnos de réplicas y contrarréplicas entre ellos mismos que aprovecharon para criticar a Zapatero. Son las cosas de apuntarse a nacionalistas después de viejos, confunden nacionalidad con Palacio de la Moncloa. Castro Cordobez demostró una vez más que los palmeros son por encima de todo palmeros, y tuvo con Manuel Marcos una generosidad que no había tenido con nadie del PSOE. Objetivo cumplido: llegó la hora de comer, cuando más gente hay frente al televisor, y Paulino pudo realizar su actuación estelar.
“Yo no quiero ver eso, pon Disney Channel”, fue el comentario de mi hija cuando vio la imagen de Paulino en la caja tonta. Por una vez coincidí con los gustos televisivos de la chiquilla (y con los disgustos), pero ayer tocaba hacer horas extras y renuncié a la siesta para asistir a la culminación del debate de la Zapateridad. Por un momento me trasladé a aquellas peleas entre las pandillas de los barrios. Desde la tribuna del Parlamento el presidente de nuestra gente hablaba como los chiquillos del Buque Guerra, cuando se acercaban hasta las Rehoyas para amenazarnos, y después de tirarnos piedras desde el solar de los hermanos Bombón nos decían que subiéramos si teníamos cojo?(o trillos en lenguaje parlamentario). Paulino miraba al portavoz del PSOE y le decía: “venga aquí, dígalo aquí, llámeme mentiroso, sea valiente, yo pongo mi honor?”. ¡Qué nivel! ¡Cuánto pueblo desde la tribuna!
Y llegó el momento estelar. Alguien debió decirle a Paulino que a las tres y media de la tarde todos los espectadores canarios estaban mirándolo. Después de decir que no había que ser demagogos porque “hoy estamos hablando aquí para dos millones de canarios”, miró a la cámara y con voz solemne soltó: “señores autónomos, señores empresarios, tejido productivo canario: si tuviéramos los recursos que nos corresponden habría más trabajo para nuestra gente”. El inconsciente salió a relucir: los empresarios y los autónomos son unos “señores”, el resto de la población son “tejido productivo”. Y el consciente también: Zapatero tiene la culpa de todo, incluso de este modelo productivo con el que han disfrutado los constructores que nos llevan 30 años patrocinando las campañas electorales.
Se ofendió Paulino Rivero porque el portavoz del PSOE le recordó su intervención en el Foro de Economía en Madrid, donde el presidente canario estuvo arropado por la plana mayor del PP con Mariano a la diestra del mantel. Rivero defendió ante la gran patronal española la rebaja de las indemnizaciones por despido. Para aclarar su intervención en Madrid se descubrió más todavía, dijo Rivero que uno de los grandes problemas del mercado laboral es el absentismo de los trabajadores. Eso de compartir mantel y comida no caducada con Rajoy y la patronal puede generar problemas de intoxicación informativa. Porque estaría bien que el presidente de nuestra gente se preocupara de uno de los datos que provoca que la economía canaria sea menos competitiva: lostrabajadores canarios son los que tienen los salarios más bajos.
En los últimos años en las islas hemos liderado el crecimiento económico por la parte alta, y los sueldos más bajos en la parte laboral. Por eso resulta una ofensa que Rivero hable de absentismo laboral. Aunque si lo situamos en el contexto de ayer lo entendemos: los diputados canarios tienen el honor de pertenecer al parlamento autonómico más gandul, con cuatro meses de vacaciones. Así que Rivero podría aprovechar esa reforma laboral para aplicarla al Parlamento, y ponerlos a trabajar todo el año o echarlos gratis.
Juan GarcÃa Luján
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