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España y Portugal
Fue la batalla de Toro con los Reyes Católicos cuando la separación de estos Reinos se hizo más efectiva repartiéndose incluso el mundo en 1494 en el Tratado de Tordesillas. El matrimonio de María, hija de Isabel y Fernando, con el rey don Manuel de Portugal, estuvo a punto de conseguir la unión. En el siglo XVI, la muerte de Sebastián I en Marruecos, provocó que Felipe II, tío suyo, fuera proclamado Rey en Lisboa en 1579 como Felipe I de Portugal. Era la “Unión Ibérica” o época “filipina”. El Estatuto para Portugal respetaba sus costumbres, idioma, leyes, etc suprimiéndose fronteras e impuestos de circulación de mercancías. Las posesiones portuguesas en Africa y Asia, unidas a las españolas en América y Filipinas acuñarían la frase de que “en los dominios de Felipe II no se ponía el sol”, intentándose desde Lisboa en 1588 la conquista Inglaterra, con la Armada Invencible.
A Felipe II le sucedió Felipe III y a éste Felipe IV. Este, intentó una fusión administrativa en 1640, provocando junto con las guerras españolas en Europa, revueltas en todo el territorio donde sobresalió la de Cataluña con “Els Segadors”, y la proclamación de Joao IV como nuevo Rey de Portugal. En 1660, nuevos intentos de formar un solo Reino, recurriendo ahora Portugal para impedirlo a Inglaterra, a quien cedería a cambio Tánger y Bombay, mientras el Gobernador portugués de Ceuta se mantenía fiel a Felipe IV. En 1668 se firmaba el Tratado de Lisboa.
Años más tarde, como apunta F. Ballano en el nº 38 de de la revista “Historia”, el ilustrado José Marchena propondría la unión dentro de una República Federal, mientras en el contexto de las guerras napoleónicas (1808-1816) se produciría el intento de invasión de Portugal por España o “guerra de las naranjas”, y luego su unión para luchar juntos contra Napoleón, con la iniciativa de los liberales en Las Cortes de Cádiz, de una unión dinástica que otorgara el gobierno a la regente de Portugal y no a Fernando VII. Exiliados liberales portugueses y españoles ideaban desde Londres la Unión Ibérica como una federación de siete repúblicas, y en 1848 se creaba en París el Club Ibérico pidiendo una federación republicana, y dividiéndose después entre monárquicos (Unión Ibérica) y republicanos (Federación Ibérica). Fernando Garrido, socialista, sugería en 1881 la creación de los EEUU de Iberia con 18 Estados, y en 1931, la II República reconocía la doble nacionalidad a los portugueses y a los países de Latinoamérica. Al margen de los dos Estados había surgido la FAI ?Federación Anarquista Ibérica- que sigue existiendo.
Con la llegada de la Unión Europea han desaparecido las fronteras entre España y Portugal, sus sociedades van mezclándose y la economía y la cultura eliminando barreras. Zamora y Bragança son sedes de la Fundación hispano-lusa “Rei Afonso Henriques”( www.frah.es ) que lleva a cabo una gran labor de confluencia cultural, económica y social, en el marco del Río Duero y sus comarcas. En Extremadura (www.gitextremadura.com) su Junta ha puesto en marcha acciones transfronterizas.
Al hilo de estas iniciativas, la cuestión de las lenguas debiera ser abordada en los centros de enseñanza de España, introduciendo el portugués como idioma a estudiar. El español ya se estudia en los colegios de Portugal, y el Presidente Lula ha dado ejemplo en Brasil, donde es obligatorio en todos los Institutos, con 9 millones de estudiantes. España sigue ignorando que el portugués es el 5º idioma más hablado del mundo y que su aprendizaje estrecharía lazos comunes. Como el Instituto Cervantes en los países hispano-parlantes, existe desde hace doce años el Instituto Internacional de la Lengua Portuguesa, con sede en Cabo Verde.
España y Portugal, necesitan decididamente iniciativas políticas para construir un futuro en común. El verano pasado por estas fechas, el Premio Nobel José Saramago apostaba por ello.
Agapito de Cruz Franco
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