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Estímulo contra la recesión

Román Rodríguez / Román Rodríguez

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Si el FMI destaca que en 2012 el Producto Interior Bruto (PIB) retrocederá un 1,7% y en 2012 un 0,3%, las proyecciones del Banco de España, un poco más optimistas, disminuyen el dato del presente año al -1,5% y hablan de una tímida recuperación en 2013. Además, el FMI estima que 2011 se cerró con un déficit del 8%, dos puntos más del previsto por el Gobierno de Rodríguez Zapatero, y pronostica un saldo presupuestario negativo del 6,8% en el presente ejercicio y del 6,3% en el año 2013, superando ampliamente las proyecciones conocidas y el nivel de ajuste al que obliga la Comisión Europea y que reiteradamente se ha comprometido a cumplir Rajoy.

Sacrificio

Nadie se cree, entre otros el propio ministro Montoro, que se logre bajar en un solo año del 8% de déficit al 4,4% estipulado para 2012. Ni que se alcance el 3% al que se nos conmina en el año 2013. Salvo sometiendo a un sacrificio inhumano, al paro, a la pobreza y a la carencia de cualquier tipo de protección social, a millones de ciudadanos y ciudadanas.

Según el FMI, otros estados europeos tampoco podrán cumplir en modo alguno con los objetivos previstos para 2013. Este es el caso de Francia, para la que prevé un déficit del - 4,4% o el del Reino Unido, que alcanzaría el - 6,5%. Sus técnicos resaltan que “mayores ajustes en el déficit puede llegar a ser un objetivo indeseable desde la perspectiva del crecimiento”, asegurando asimismo que “un mayor ajuste durante una recaída puede exacerbar más que aliviar las tensiones de los mercados, por su impacto negativo en el crecimiento”.

La situación económica que plantea el FMI para España es de una extraordinaria gravedad. Porque, sumando las cantidades que corresponden a las medidas de ajuste y las que supondrán el decrecimiento de la economía estaríamos en torno a los

60.000 millones de euros que se retraen del PIB, seis puntos, lo que nos llevaría directamente a los 6 millones de parados.

Esto sería un significativo incremento sobre las cifras actuales que ha ofrecido la EPA del cuarto trimestre, dada a conocer este viernes, y en la que se acercan a los 5.300.000 desempleados, ratificando que se siguen destruyendo puestos de trabajo, tanto públicos como privados. Y en la que Canarias se sitúa en los 341.900 parados (30,93%), con un incremento de 27.500 en el conjunto del año respecto a 2010, pese a los buenos datos de llegada de turistas. Y sin que se incremente su población activa, lo que habla de una enorme destrucción de empleo.

En consecuencia, nos encontramos con un panorama marcado por una mayor contracción de la economía, más desempleo, menor consumo y menos posibilidades de alcanzar los objetivos de déficit. Un infernal círculo vicioso.

Aplazamiento

Como he señalado en distintas ocasiones en los últimos años, y cada nueva proyección económica nos confirma en ello, no es posible la recuperación de la economía de los estados del Sur, entre ellos España, si se persiste en las políticas de ajuste duro que exige Europa. Resulta imprescindible, en primer lugar, el aplazamiento negociado del ajuste fiscal hasta 2016, y que la deuda soberana sea financiada en condiciones favorables por el Banco Central Europeo (BCE). Así como redefinir el actual modelo de fiscalidad para acabar con el fraude y para que paguen los que más tienen.

Paralelamente, considero que la Unión Europea debe establecer un plan de estímulo, de al menos 150.000 millones de euros anuales, que posibilite impulsar la economía y facilitar la creación de puestos de trabajo. Un Plan que debe ir destinado a los países con más dificultades, dirigiéndolo fundamentalmente, a la financiación de infraestructuras públicas, el impulso al empleo juvenil y los incentivos a la contratación, así como a facilitar el acceso al crédito por parte de las familias y de las empresas.

No andaba desatinado el ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, cuando afirmaba recientemente en una entrevista que si el Banco Europeo de Inversiones “hiciera en los próximos diez años el doble de esfuerzo que en la década anterior, cuando no era tan necesario, tendríamos el mismo dinero que tuvo el Plan Marshall para la reconstrucción de Europa”. Planteando que esos fondos podían ir destinados a financiar infraestructuras o facilitar el empleo juvenil.

Porque las políticas en vigor nos están llevando a una nueva recesión, al incremento brutal del desempleo y a la imposibilidad de pagar la deuda. Son políticas, las impulsadas por Merkel, que están demostrando de sobra que son tan ineficaces como injustas.

Conviene recordar aquí, una vez más, que el déficit público no ha sido la causa de la crisis. Que esta viene provocada por la desregulación del sistema financiero y sus malas prácticas. Que el déficit en gran parte lo ha generado la crisis al producir una brutal caída de los ingresos y, también, un aumento del gasto para permitir el rescate bancario.

Lo dejaba bien claro estos días Felipe González, al señalar que “se tiende a olvidar que el origen estuvo en la implosión de un sistema financiero desregulado, lleno de ingeniería financiera cargada de humo, sin relación con la economía productiva-” Y, asimismo, el aspirante socialista a la Presidencia de la República Francesa, François Hollande, al afirmar que su auténtico adversario “no tiene nombre, ni rostro, ni partido, ni será candidato. Pero es quien gobierna. Es el mundo de las finanzas, que ha tomado el control de la economía, de la sociedad y de nuestras vidas”. Añadiendo que impondrá una ley a los bancos para obligarlos a separar las actividades crediticias de las especulativas; y asegurando que, si es elegido, las entidades financieras no podrán operar en paraísos fiscales y las remuneraciones de sus ejecutivos estarán sometidas a una regulación.

Persistir en las actuales políticas es hacerlo en la voladura del Estado del Bienestar, en un retroceso histórico de las condiciones de vida, en una verdadera fractura social de enormes consecuencias. Es hora de rectificarlas, porque solo han logrado empeorar la situación económica y las condiciones sociales de millones de ciudadanos y ciudadanas en Europa. Es hora de dar un giro que evite que la economía se siga contrayendo y facilite la creación de riqueza y empleo. Es la hora de una política económica puesta al servicio de la gente y no de minorías y de especuladores financieros sin escrúpulos.

Román Rodríguez

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