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FMI: repartan la pobreza
En este mismo mes de agosto hemos podido leer que el Fondo Monetario Internacional, en su informe anual para España, plantea que los trabajadores acepten rebajas de sueldo y los empresarios se comprometan a crear empleo, que además debería acompañarse por rebajas en las cotizaciones a la seguridad social e incremento de impuestos indirectos. Estas medidas han tenido el apoyo del vicepresidente de la Comisión Europea, Oli Rehn.
Con promesas de mejorías económicas que una vez tras otra quedan en nada, en apenas unas líneas se esboza un ataque brutal a la ciudadanía española.
La primera parte de la proposición, debería dar vergüenza ajena incluso al político con menos escrúpulos. En una economía en la que los sueldos han caído de forma significativa en los últimos años, a la par que han crecido los beneficios empresariales, se pide a los que apenas llegan a fin de mes que sean ellos los que socorran a los que tienen menos que ellos o aun nada. Hay que tener en cuenta además, que el salario de la mayoría de los españoles es tan bajo que se dedica en su mayor parte, si no todo, a necesidades primarias, por lo que reducirlo significa que mucha más gente no tendrá para lo necesario. Esta medida hará que no llegue a fin de mes muchos miles de familias más.
Además, una rebaja de sueldo es algo simple y automático, una vez se toma la medida. La contrapartida que se pide a los empresarios es “que se comprometan” a crear empleo. Es decir, apelar a la buena voluntad de quienes han seguido aumentando beneficios en plena época de crisis, sin garantía alguna de que ese compromiso se cumpla ni tenga sanción su incumplimiento. En todo caso, la creación de empleo no supondría apenas un mayor coste salarial para las empresas, ya que este nuevo empleo vendría financiado con la rebaja de salarios de las personas ya empleadas.
Otro clavo más es la rebaja de las cotizaciones a la seguridad social. Además de que ello beneficia sobre todo a las empresas, estaría servida la excusa de la menor recaudación para endurecer, por enésima vez, el acceso a algunas prestaciones y suprimir otras.
Y ya para rematar, el aumento de impuestos indirectos. Estos impuestos, fundamentalmente el IVA, no son progresivos. Lo que significa que se pagan en cuantía que no depende del nivel adquisitivo. Para cierto hecho impositivo, pagará lo mismo un desempleado sin prestaciones ni ingresos que, por ejemplo, alguien que gane 340.000 euros netos al año, como Christine Lagarde, presidenta del FMI, que se subió el sueldo un 11% con respecto a su predecesor.
En un país en el que la mayoría de la población llega con dificultades a fin de mes; en el que una rebaja de salarios significará para la mayoría dejar de cubrir necesidades primarias; en el que las grandes empresas tienen empleados especializados en hacer “ingeniería financiera”, nombre edulcorado para pagar apenas un 3,5% de impuestos sobre los beneficios, en lugar del 40%; en el que la mayoría de la clase política tiene unos salarios desproporcionado para el estado de la economía del país y de la labor que realizan (muchas veces ninguna); en el que los dirigentes de los grandes grupos económicos aprovechan su poder de decisión para aumentar constantemente sus enormes e indecentes sueldos, incentivos e indemnizaciones; en este país, el FMI y el vicepresidente de la Comisión Europea piden que sean los pobres los que repartan su pobreza con los más pobres... y pide a los ricos que se lucren un poco más.
Un planteamiento inmoral y estúpido del FMI. Lo malo es que ya hay tantos planteamientos inmorales y estúpidos, por parte del FMI, de diversos gobiernos, de grupos de poder interesados, presentados de forma simplista y sugerente a través de medios de comunicación de su propiedad, que pueda llegarse a asimilar como costumbre consentida antes que en hartazgo opositor
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