Espacio de opinión de Canarias Ahora
Con García Marquéz en Galicia
Percibo por donde me muevo un cabreo generalizado, que no se traduce en una sustancial subida en las encuestas del PSOE y cada vez tengo más claro el motivo: Rubalcaba no convence, Zapatero metió la pata, y Felipe González fue un tibio en la transición española, y de aquellos lodos vienen todas estas fosas de asesinados por el franquismo que todavía no se han abierto para darle los restos a los familiares que los reclaman y que cada vez son más los que han perdido el miedo a las temibles garras del fascismo. Estoy en Caldas de Reis, un pueblo gallego a orillas del rio Umia y que está a medio camino de Santiago de Compostela y Vigo, y me encuentro con un alcalde socialista, Juan Manuel Rey Rey, que es querido por muchos habitantes del pueblo “porque hace las cosas bien, y sobre todo porque es honrado y no ha metido la mano para llevarse dinero para su casa”. Con una población de 10.000 habitantes (diez mil), tiene todo lo que me encanta cuando vengo a España, un tren, un río con su pequeño afluente, y caballos, muchos caballos, que además me han invitado para el sábado a una “rapada”, que es trasquilar a los caballos, y aprovechan para hacer un fiestorro con condumios gallegos.
El mundo es pequeño, y aquí me he encontrado a Dolores García Márquez, que lleva 50 años viviendo en Madrid y se ha venido a pasar unos dias a tierras gallegas, y con Lola coincido en que a su hermano Faustino le han puesto muchas piedras en el camino de lo urbanístico y arquitectónico en Canarias, y encima de todos los despropósitos vividos en los asuntos del territorio y su ordenación, la imputación por la concesión del permiso a la Bodega Strautus, en La Geria, ya es la gota que llena el vaso de las putadas, con perdón, que ha recibido mi estimado amigo Pastino. Y Lola García Marquez se desmelena, se emociona, recordando a su otro hermano, Antonio García Márquez, en paz descanse, teniente coronel del Ejército, miembro de la Unión Militar Democrática (UMD), y víctima de la Justicia Militar predemocrática poco antes que el general Franco estirara la pata.
Digo que percibo un cabreo generalizado porque aparte de coincidir en la noche gallega con Dolores en muchas decepciones con el Partido Socialista (o) Español, hablando con mucha gente del pueblo la impresión es la misma, aunque cuando comento esto en el popular bar El Timonel un parroquiano nos interrumpe y nos dice a los interlocutores canarios que al menos Caldas de Reis es una excepción en el pantano de la miseria psocialista, porque tiene un alcalde socialista (ocho concejales), por siete el PP y dos el BNG, lo cual nos insiste, en una Galicia muy conservadora no es una cosa muy usual.
Y resulta que ya muy buen amigo gallego Pedro Piñeiro Pazos, profesor jubilado de un instituto de Pontevedra, va y me dice de entrada “ponga mi nombre completo, aquí se está perdiendo el miedo, pero en mi caso lo perdí hace muchos años porque a mi abuelo lo fusilaron en Pontevedra porque era un maestro republicano convencido de su trabajo y dedicación a los niños. Su único delito era que ser maestro, no pertenecía a ningún partido político”. Ràpidamente comprendí que Pedro Piñeiro, al final de mi primera charla, era un filón en cuestiones gallegas, y cuando le dije que mi padre había estado en un campo de concentración en el 36, y se levantó emocionado a estrecharme la mano, y quedamos en vernos alguna tarde en el susodicho bar. “Vengo todas las tardes sobre las seis, pero entiendo que usted está de vacaciones y su mujer le va a regañar”.
Encontrarte un canario, o una canaria, cuando viajas a cualquier lugar, es una cosa normal en la Gran Vía de Madrid, me dice Dolores García Márquez, pero en Caldas de Reis, Galicia, no es tan usual.
Volvemos a hablar de la decepción política de la izquierda, y coincidimos en tres palabras, decepcionados, defraudados, pero no derrotados. “Eso nunca, debemos seguir con nuestras ideas hasta el tanatorio, cuanto más tarde mejor, claro, pero no tirar la toalla, eso jamás, jamais que dicen los gallegos”. Pedro Piñeiro, militante socialista del nucleo duro de Caldas de Reis, defensor a ultranza del alcalde Juan Manuel Rey, y de Rubalcaba “mientras sea secretario general”, me concede en nuestra primera larga conversación, que casi no llego a cenar, que la transición tuvo muchos fallos, y “sí, como dice usted a todos los exministros franquistas no se les debió dejar participar en política, a Fraga Iribarne y demás franquistas se les debió hacer un juicio y condenarles únicamente a una inhabilitación política de por vida, pero claro, cómo me decían la mayoria de los compañeros, el Ejército era todavía un tremendo peligro, pero sí, aquellas cosas que no se hicieron siguen ahora floreciendo, y creo que va a ir a más en los próximos meses, ya le enseñaré un libro sobre la represión franquista en Galicia”.
Quedamos en vernos una de estas tardes en El Timonel, un bar gallego que es una reliquia de hace más sesenta años, bar republicano pese a la influencia del PP en Galicia.Y tiene hasta meigas.
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