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Una generación de acero inoxidable
Cuento el hecho porque vale la pena destacar la talla humana, la entrega y hasta la resistencia física de estos hombres irrepetibles. Manuel Irujo llegó el domingo 30 de octubre de 1977 a Gasteiz con el objeto de asistir a la reunión conjunta E.B.B. parlamentarios. La sesión duró seis horas. Empezó a las 17.00 horas y acabó a las 23:00. Volvió a su casa en Iruña. Al día siguiente, lunes, tuvo lugar en la Diputación de Gipuzkoa la reunión con la comisión de la asamblea de Parlamentarios Vascos. Reunión dura, difícil, casi angustiosa en la que se discutieron los planteamientos hechos por el PNV la víspera en Gasteiz sobre el proyecto pre-autonómico a negociar con el ministro Clavero Arévalo.
Terminada la reunión se desplazaron a Bayona donde dieron cuenta al Gobierno Vasco en el exilio de la situación de las negociaciones. Posteriormente se trasladaron a Gasteiz, desde Bayona, con el fin de asistir y participar, en el caso de Irujo, en el mitin organizado por la Junta Municipal en el Polideportivo Mendizorroza para dar cuenta, como parlamentario, de los trabajos para la consecución de la autonomía.
Terminado el mitin y después de una rápida cena dio comienzo en las oficinas del Araba Buru Batzar una nueva reunión conjunta EBB-Parlamentarios que empezando a las 23.15 finalizó a las 4:15 de la madrugada. Al día siguiente asistieron a una nueva reunión en Donosti para dar cuenta de lo tratado y negociar sobre dichos planteamientos. En eso pasaron todo el martes 2 hasta que quedó aprobado el proyecto pre-autonómico definitivo. Recuerdo esta agenda para rendir homenaje a aquellos dos hombres de hierro, Irujo y Ajuriaguerra que con 86 años uno y con una fortísima afección gripal el otro, lo dieron todo aquel fin de semana para que Euzkadi comenzara a dar pasos a favor de la recuperación de su libertad.
También me llama la atención el debate que existe en la actualidad ante la aprobación de la Ley de la Memoria Histórica, todavía sin pasar por el pleno del Senado, así como las discusiones que se hacen sobre las placas colocadas en las iglesias. Hace treinta años sin ley de Memoria alguna nosotros procedimos.
Al igual que muchos pueblos de Euzkadi, también en Rentería (Gipuzkoa) había una lápida conmemorativa de quienes habían muerto por “Dios y por España” encabezada por José Antonio Primo de Rivera y que al salir o pasar delante de la Iglesia Parroquial Nuetras Señora de la Asunción nos recordaba quienes fueron los vencedores y quienes los vencidos como si Dios fuera patrimonio de Franco. Animados por lo que en algunos pueblos de Euzkadi ya se había conseguido, la Junta Municipal del PNV, en Rentería, dirigió un escrito al párroco de la citada iglesia Roberto Aguirre, pidiéndole fuese retirada dicha lápida. Tras laboriosas gestiones ante la Gestora Municipal, Obispado etc. del citado párroco, la Gestora Municipal accedió y por fin la lápida fue retirada del atrio de la Iglesia el día 3 de Octubre de 1977.
Y mientras se beatifican hoy en Roma a los “Mártires de la Cruzada”, siguen silenciándose todavía a los sacerdotes asesinados por la Cruzada. Aquel año 77, comenzaron a recordarse públicamente su existencia. Por eso el día 30 de octubre de 1977, mes en el que fueron fusilados hacía ya 41 años, se celebró a las 10.30 de la mañana en Hernani una misa concelebrada por seis sacerdotes que eran familiares (hermanos o sobrinos) de los fusilados. Entre ellos estaba Alberto de Onaindia, el famoso padre Olaso de Radio París y de la BBC de Londres.
Alrededor de 300 personas fueron fusiladas y enterradas en el cementerio de Hernani en 1936 por los cruzados. El suceso, por entonces y después, había que comentarlo en voz baja porque el que algo decía, peligraba. Pocos niños de Hernani en esa época lo habían olvidado. Muchos al amanecer siguiente de uno de esos “paseos” veían con sus propios ojos cómo se lanzaba a los fusilados, hombres y mujeres, sobre el carro de recogida de las basuras. Hernani tuvo que mantener la boca cerrada cuarenta años. Sólo rompían el silencio aquellas flores frescas que aparecían de vez en cuando sobre el foso común, si es que el silencio lo pueden romper las flores.
Entre los fusilados estaba el pelotari Jurico y el Padre Aitzol, apresados en el Galerna cuando se dirigían de San Juan de Luz a Bilbao. Poco sabemos de cómo fue ejecutado el primero, pero sí sabemos que al segundo se le torturó a conciencia antes de fusilarlo. En ese cementerio estaba Manolo Garbizu presidente del Batzoki de Pasajes Ancho. Allí está también Insausti, que era dueño de un bar restaurante de la parte vieja donostiarra. Allí hay cinco sacerdotes más.
Nunca un funeral fue permitido, en público. Nunca fue dicha una frase respetuosa en la prensa. Siempre fueron muertos clandestinos. Y ya va siendo hora de que se les haga un desagravio público por parte de la Jerarquía pues ninguno de los 300 había sido acusado de matar a nadie, ni de robar, ni de nada. Fueron los muertos que trajo la venganza. Siempre proscritos, siempre en la penumbra, como los muertos del escritor francés Bernanos en Cementerios bajo la luna.
Iñaki Anasagasti
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