El hambre de los ultras

Este pasado fin de semana volvieron a juntarse el hambre con las ganas de comer: los ultras de un bando con los ultras de otro.

Curiosamente convocaron la manifestación para que el Gobierno no permitiera que el mundo de la izquierda abertzale, que ellos identifican por entero con ETA, pudiera presentarse a las próximas elecciones democráticas. Al parecer algunos están interesados en que los terroristas no se reconviertan en demócratas. Prefieren que siga habiendo radicales para tener algún molino de viento al que enfrentarse.

Es todo bastante surrealista porque el Gobierno se ha mostrado claramente en contra de la legalización de Sortu, la Batasuna reconvertida, antes incluso de que se pronunciara el Tribunal Supremo en una reñida votación de 9 contra 7. Si el PSOE ya votó en su día a favor de la controverttida ley de partidos que imposibilitaba a los abertzales a presentarse a los comicios y si la policía, a las órdenes de Rubalcaba, ya ha detenido más etarras que nunca, no sé a qué viene tanto ruido para recoger tan pocas nueces.

Rajoy, que es más listo de lo que parece, se hizo el loco y no apareció por la manifestación. En cambio, allí estuvieron altos dirigentes del PP, como Cospedal, Gallardón o Mayor Oreja, además de la plana mayor de Euskadi. Pues hasta los populares vascos y Gallardón sufrieron consignas descalificatorias de los manifestantes, aunque fue una minucia si se compara con los insultos que profirieron contra Zapatero y Rubalcaba, a los que llamaron de todo menos bonitos.

No deja de ser curioso que esta gente, que acusa al Gobierno de entrometerse en asuntos judiciales, hagan una manifestación para que el Gobierno se extralimite en la labor de los jueces, que son los únicos que pueden decidir quienes pueden presentarse a los comicios. Hay que apoyar siempre a las víctimas, sí, pero solo por serlo no van a tener la razón.