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Homenaje a Cosme Orta

Juan García Luján / Juan García Luján

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Hay días en que uno no quiere coger el teléfono. Pero hay que cogerlo y dar la noticia. Y hay que corregir los textos. Y mirar los tiempos de esos vídeos, y revisar todas esas cosas que parecían muy importantes hasta el viernes.Y nos tocó trabajar. Pero lo más complicado del informativo de este lunes fue el último vídeo. Apenas teníamos medio minuto de imágenes tuyas. Qué manía, Cosmito, de no querer trabajar nunca delante de los focos. Eres un bicho raro en la Televisión. Pero también lo fuiste en la agencia de noticias, tenías un puesto de jefe y te preocupabas de montar un sindicato para defender a los de abajo. Imposible salir del periodismo-basura sin acabar con los contratos-basura. Después de la agencia volviste a la Tele. Y volvimos a encontrarnos.Luego hubo cambios. Y te pusieron en un puesto directivo. Digo te pusieron porque también para eso eres un bicho raro, en esta profesión tan llena de escaladores, lo tuyo siempre fue trabajar en la tierra, mirabas la montaña como la mira el mago del Norte, de La Orotava: la montaña es ese bonito paisaje que te acompaña, y no un camino para subir corriendo y mirar por encima del hombro a los que se quedan abajo. Conocí muchas facetas tuyas: Cosme redactor, Cosme jefe, Cosme sindicalista, Cosme enamorado... Pero todos eran el mismo Cosme: un hombre, como diría Machado, en el buen sentido de la palabra bueno. Estas líneas no sé si son un homenaje o un desahogo. Te decía al principio que hay días en que uno hubiera preferido tener otra profesión y quedarse en casa. Aunque, para ser justos, también tengo que decir que tú tienes parte de culpa de que uno siga aquí en este oficio, porque supiste demostrarnos que se puede trabajar en este lado de la trinchera sin convertirse en canalla. Demostraste que para digerir los sapos que tenemos que tragar el humor es un ingrediente imprescindible y, lo más importante, nos enseñaste que la nobleza es posible y necesaria para ejercer este oficio en el que, hagas lo que hagas, siempre te van a disparar desde algún lado. Pero este lunes triste el disparo vino de donde menos lo esperábamos. No fue un accidente de tráfico más, de esos que ponemos en el sumario. Ese jodido coche se estampó sobre todos nosotros. Como a Miguel Hernández la muerte de Ramón Sijé: “tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento”. Duele, duele mucho, tu ausencia, compañero.

Juan García Luján

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