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La indecencia de Soria

José A. Alemán / José A. Alemán

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Sin embargo, volvió a inquietarme al añadir que se presenta de nuevo a la presidencia del PP canario para culminar la tarea emprendida hace años. Una amenaza en toda regla sin definir tampoco cual sea semejante tarea. Aunque también lo entiendo porque no iba el hombre a hablar de su gestión en Gran Canaria ni de asuntos tan evocadores como Eolo, Faycán, Góndola, La Favorita, Isolux y qué sé yo. Más cuando el balance de sus logros no pasará a la historia de la ciudad y de la isla por inexistentes. Nada que ver con Matías Vega Guerra, Ramírez Bethencourt o Juan Pulido Castro, por citar a tres personajes de la derecha que marcaron su tiempo.

Aún así, comprendo que trate Soria de vender su producto. Pero no que confunda con ese modo suyo de utilizar la Justicia activa y por activa y por pasiva. La forma activa son sus querellas intimidatorias contra quienes le rechistan. La pasiva bien pudiera representarla su afirmación de que “si he dado un pelotazo, me tengo que marchar”. O sea: como todavía no se le ha imputado ninguno, está legitimado para seguir en la vida pública. Y no es así.

Oculta Soria que los pelotazos son delitos y que corresponde a los jueces decidir sobre ellos. Extrapola lo judicial a lo político para impedirle a los menos avisados advertir que una cosa es una cosa y otra cosa son dos cosas. Porque se pide su dimisión no porque haya una sentencia contra él sino por razones de decencia democrática. La indecencia política no la penan las leyes.

A mí me da igual que dimita o que continúe. Pero no me parece decente que con el rabolleva que arrastra se empeñe en continuar en política como si aquí no hubiera pasado nada; y encima perdiendo dinero, según dice él mismo. En una democracia de verdad ningún político soportaría esa carga ni se le permitiría seguir por el bien de su propio partido y para evitar una degradación democrática como la canaria, de la que él es uno de los culpables. Como mínimo es un inepto incapaz de controlar a su gente. Así, la anunciada tolerancia cero del PP a la corrupción suena a sarcasmo desvergonzado. Soria rebasó ya la fecha de caducidad.

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