La inercia del pasado

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Pudiera parecer que la mejor de las decisiones para la reducción de costes variables para las empresas es despedir a los trabajadores temporales al pasar de una fase de expansión a una de recesión, y proceder después a reducir el empleo fijo al ritmo de las bajas voluntarias. De hecho, en cuanto a su comportamiento cíclico, el empleo es mayor cuando existen contratos temporales en fases de expansión, pero cae más al pasar a una etapa de recesión. En consecuencia, aumenta la sensibilidad del empleo respecto al crecimiento económico. Dicho de otra forma, el empleo está menos determinado por la inercia del pasado. Por ello, puede decirse que en fases de recesión el empleo cae más en las economías que utilizan intensivamente la contratación temporal. ¿Y viceversa también?

En Canarias, la denominada intensidad de empleo, que no viene a ser otra cosa que la diferencia entre las variaciones porcentuales del PIB y las personas ocupadas, el rasgo más sobresaliente es que el crecimiento anual del empleo ha sido superior al incremento del PIB. Este hecho revela que la sincronía entre crecimiento y empleo actúa en las fases de estabilización destruyendo gran cantidad de empleo. Esta es una de las consecuencias de la consolidación del modelo de relaciones laborales asalarización temporal. Por lo tanto, podemos esperar, en la fase de menor crecimiento y caída del ciclo, una reducción del crecimiento del empleo e incluso destrucción de forma neta.

Los efectos se empezarán a notar una vez que las empresas inicien el ajuste de las plantillas a las nuevas condiciones de la demanda, estando determinado este efecto por la escasa dimensión de las empresas y la escasez de mercados internos de trabajo. Además, se introducirán estrategias pasivas de incremento de la productividad, de manera que se obtendrá por la reducción del empleo por unidad de producto o servicio. De esta forma podemos esperar un ajuste del empleo a la baja para incrementar la productividad de la misma intensidad que se han producido pérdidas de la productividad media durante gran parte de períodos de crecimiento anteriores. La duda está si se trasladará al comportamiento de los salarios. En ese caso, mejor no caer en situaciones de mucho optimismo.

Por otro lado, la duración de las fases del ciclo en el Archipiélago ha cambiado debido al componente autónomo de la fase de bajo crecimiento o, incluso, caída del ciclo. Pero, con independencia de que exista un componente importado, también hay elementos constituyentes endógenos. Ahora bien, situados los límites máximos y mínimos de la actual fase, la duración real del marasmo va a depender del conjunto de medidas que se sea capaz de articular en beneficio de una recuperación en breve plazo debiendo estar centrados en el mantenimiento del consumo interno y el mantenimiento de la participación del coste del trabajo en la renta interior bruta, así como en la incentivación de la inversión, reorientando parte de la inversión privada junto con el inicio de actividades de cierto riesgo, reforzando los lazos entre formación y empleo para incrementar la cualificación y atenuar el incremento de la población económicamente activa.

No obstante, también hay otra alternativa, que es la de esperar a que los problemas se hagan tan, pero tan grandes que, o bien sean inabarcables, o bien sean irresolubles. Y ahí nos vamos a enterar de lo que vale un peine. Incluso para quienes no lo necesitan.

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