En los Madariaga

Cuando desaparecieron las cortinas, contemplamos el golfo Ártabro en su esplendor, desde el Paraninfo de la Universidad da Coruña. Un atardecer soleado después de una mañana lluviosa, cerró el acto de entrega de los XXX Premios de periodismo europeo “Salvador de Madariaga” que organiza la Asociación de Periodistas Europeos (APE) con el apoyo de la Comisión Europea y el Parlamento Europeo, y el patrocinio de Iberdrola y, en esta ocasión única, la inestimable colaboración del Concello da Coruña y del Instituto de estudios coruñeses José Cornide.

La periodista Mamen Mendizábal, que presentó el acto con sosiego y delicadeza, y un buen humor casi coruñés, confesaba que conocía poco o casi nada Coruña. No era la única. Agotadas y extenuados por las velocidades de las metrópolis, Encarna Samitier, directora de “20 minutos”, Esther Turu, subdirectora de informativos de “Onda Cero”, y Rosa María Sánchez, jefa de economía de “El Periódico”, -las tres en el jurado de estos premios-, reconocían que se ignora con frecuencia que el tiempo pasa de otra manera en esa ciudad “ilustrada y liberal” como la calificó su alcaldesa, la socialista Inés Rey, muy al cuidado de todo y de ejercer una hospitalidad exquisita.

Esta vez la complicidad del municipio con los premios fue mágica, no en vano Salvador de Madariaga nació en la ciudad y siempre llevó a gala su coruñesismo. Así fue recordado desde el inicio de la jornada que comenzó en la sede del Ayuntamiento coruñés, en la plaza de María Pita, la que lideró Coruña frente a los invasores ingleses hace casi quinientos años. Allí nos ofrecieron una comida inolvidable en el Salón Dorado del Ayuntamiento, donde se firmó, en julio de 1976, la primera amnistía española de los tiempos modernos, por el entonces rey Juan Carlos I y el presidente del gobierno Adolfo Suárez. Así lo recuerda una placa en el propio salón, la cual da belleza y esplendor y se sobrepone a otras reuniones de triste recuerdo que tuvieron lugar allí durante los cuarenta años de dictadura franquista.

Pero no estábamos para llorar los males de la patria antiguos, sino para reconocer la trayectoria de tres excelentes profesionales de la información que nos enseñan y militan cada día con su trabajo, en ese europeísmo liberador que tanto necesitamos: Silvia Fernández de Bobadilla (TVE), Nacho Alarcón (El Confidencial) e Íñigo Picabea (RNE), tuvieron intervenciones breves y sentidas al recibir los galardones.

Puestos a destacar, el donostiarra Picabea emocionó a las personas asistentes y, en especial, a su entrañable familia que le acompañaba. También intervinieron con el ardor que da el no saber que detrás tienes el pelouro de A Marola (“quen pasou a Marola pasou a mar toda”), Diego Carcedo, presidente de la APE, que nos contó una entrevista a Salvador de Madariaga de hace cincuenta años que nunca llegó a emitirse, Miguel Ángel Oliver, presidente de la agencia EFE, Genoveva Ruiz Calavera, directora de la Comisión Europea, María Lledó, secretaria general para la Unión Europea del Ministerio de Exteriores.

Y cerró la alcaldesa, Inés Rey, aunque a un importante periódico local se le olvidó esta circunstancia, cosas que pasan hasta en Coruña. Al final, nadie tomó el avión de vuelta, como constató Miguel Ángel Aguilar, secretario general de la APE: todas las personas se perdieron para regocijo propio y ajeno, entre las piedras de la Ciudad Vieja y el barrio de la Pescadería. Se lo escribe un coruñés.