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Por el mar corren las liebres y por Soria las sardinas
No sólo tiene un grave problema con el odio, quiero decir, oído, empanado en la concha de sus orejas galácticas, sino que la lengua se le ha desatado en movimientos involuntarios que lleva al personaje incluso a perdonar a sus enemigos, consciente de que lo que peor sienta a la soberbia es el perdón.
Y perdona aquel que fuera príncipe de Bravo Murillo pero le traiciona su propio espejo subliminal y suelta el macho Mauricio que famoso fuera en La Isleta al grito de “se va a enterar” semejante cabrío. Un franco, nunca mejor dicho, ejercicio de pulcra hipocresía.
Somos muchos los que tenemos vida y estamos sentados en el quicio de la puerta esperando ver pasar su estirado y berlusconiano pellejo a hombros de sus sumisos sableados, hijos de la favorita. No hay puntada sin hilo.
La perreta que tiene contra ZP, el PSOE y concretamente contra López Aguilar es la misma que la de don Leoncio el mayor de los orejas. Viven sin vivir en ellos, se salen del contorno anoréctico de su cuerpecito serrano para convertirse en fantasmas que nos amenazan con sacarnos de la crisis -con lo calentitos que estamos en ella-, gracias a los ladrillazos que levantaron más viviendas que mentiras. “Fuerte cabeza, caballero, mejor se la estrallara una guagua”.
Canta, Yiyo, cántanos una nana, dirige unas palabras al pueblo que quiere ver como te vas a tener que tragar el palo de la bandera que hundiste en 360.000 leuros de vellón, tú que administras nuestros dineros, tú que calzas las sandalias del pescador de salmones, pa´l piso te va a tirar la orden paulina.
De denuncias redactadas antes de que ocurran los hechos puedo dar fe. Y fue ni más ni menos que el mismo personaje que señala a políticos - sabedor que es- como responsables de los trabajos sucios de la policía, el que ejercitó este singular trabajo el 28 de diciembre de 2001, excelente día de los santos inocentes que contó, a partir de entonces, con uno más. Pero hay clases y clases, cuerpos de seguridad y esqueletos. Éste centurión ponedor de huevas de salmón, solo tenía, a la sazón, aprendices.
Cree el ladrón que todos son policías gracias a la magia de la paranoia y la persistencia de la idea obsesiva que trazan conductas compulsivas en el tesón de la megalomanía y la delirante convicción de que España es una, grande, libre, arriba España y un huevo pa' siete.
Conste que estamos “políticamente hablando” no sea que se querelle contra los molinos de viento cual quijotesco personaje. La jactante arrogancia será humillada y quién mucho pecho saca, antes se le acaba el aire. Procura no es estar a favor de los curas y procurador no es el que busca sus favores.
Con Franco, los intocables eran los curas, ahora son los políticos procuradores de camas, los modernos palanganeros. Sinceramente creo que la Justicia es ciega y tiene, además, parálisis de un lado: una hemiplejía alternante, según y cómo le llegue el trombo, si por la izquierda o por la derecha y es que siempre, el camino va a Roma.
Eso, por el mar corren las liebres, y por Soria las sardinas, tralará?
Carlos Juma
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