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Miedo, resentimiento y racismo

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Los últimos acontecimientos ocurridos en Gran Canaria de tipo racista exigen de cada uno de nosotros una reflexión. Afortunadamente las autoridades canarias actuales reaccionan, en general, racionalmente y de acuerdo a principios humanistas.

Pero en la redes sociales circulan bulos desinformativos extremistas y llamativos que atraen la atención por su gravedad y peligros para la convivencia. Y esto, no hay que olvidarlo, en plena pandemia, confinamiento, malestar social y ansiedad económica. Es decir, en un clima de miedo.                                                                              

Según López Ibor “la angustia se caracteriza porque nace en una situación de peligro, cuando el Yo no puede dominar una excitación fuerte que le alcanza”. Se trata de una reacción afectiva. Y lo afectivo no es siempre racional. En la vida “normal”, como dice Stekel, “la humanidad está recargada de angustia… angustia ante sí y ante los demás y ”todas las alegrías vitales están amenazadas de hundirse en el mar de la angustia“. Y si eso ocurre en la Normalidad, ¿qué ocurre en una situación como la actual?

Debemos distinguir entre angustia y miedo aunque ambos fenómenos parezcan inseparables. El miedo se tiene ante algo concreto, cercano y amenazador, mientras que la angustia se siente ante algo indeterminado, ante una amenaza que no se sabe de dónde viene; el ser humano se angustia de su propia existencia, de su estar en el mundo. A esta altura de 2021 tenemos entrelazados al miedo concreto ante el paro o la enfermedad con la angustia ante el peligro invisible que puede venir del saludo afectuoso de un amigo o del estornudo inesperado de una persona en el autobús o en la oficina.

La inclinación hacia la Derecha vista en los últimos tiempos se debe en gran medida ante la incertidumbre que causan los avances tecnológicos que dejan a grandes masas fuera del campo de la decisiones políticas y económicas con los ejemplos de Trump o Bolsonaro y tiene mucho que ver con el Brexit a nivel europeo.  El miedo ante un futuro incierto y la impotencia frente a las decisiones políticas o empresariales se han visto agudizadas con la pandemia y el invisible Jinete del Apocalipsis que esgrime su invisible guadaña. Estamos ante el umbral de un nuevo mundo alejado del que conocimos en nuestra niñez y juventud. Y lo nuevo y desconocido produce miedo.

El resentimiento hacia las fuerzas oscuras que nos parecen la causa del daño sufrido o temido nos recuerda que Nietzsche situaba al resentimiento como base moral de ideales ascéticos cuyo fundamento es proyectado al Cielo por los débiles. Tal resentimiento forma la venganza imaginaria que invierte los valores nobles. Y la debilidad frente a los de “arriba” nos inclina a buscar chivos expiatorios en los de abajo, culpabilizando especialmente a los extraños y más débiles haciéndonos sentir superiores al descargar nuestras agresiones y frustraciones sobre ellos.

El potaje canario tiene un ingrediente actualísimo: la continua llegada de pateras llenas de migrantes africanos. No es de extrañar pues que el miedo y la angustia entrelazados ahoguen al ciudadano y le hagan propicio a escuchar las altas voces de los ultraderechistas que proponen soluciones fáciles y simples, como hicieron Hitler, Bolsonaro o Trump pero que, como se ha visto, nos dejaron un mundo sembrado de muertes y grandes mentiras enmascaradas como soluciones.

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