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No son molinos, amigo Sancho

Juan García Luján / Juan García Luján

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Pero, querido amigo Sancho, llegaron otros tiempos más modernos y aparecieron los otros molinos de viento para dar energía a las industrias y casas de la Bananaria. Con su fuerza pretendían no depender de afuera y poder desarrollarse como habían hecho años antes otros países con menos posibilidades naturales. Pero en Bananaria las cosas del desarrollo siempre se retrasaban porque primero se discutía el reparto del botín y después se programaban los proyectos.

Recordarás que íbamos por aquella isla cuyo gobierno te prometí, amigo Sancho, y tuvimos aquella discusión que aún recuerdo:

-¿Ves aquellos gigantes allí?- te dije yo, el famoso caballero conocido como don Quijote-, pues pienso en combatir con ellos?(te anuncié).

-¿Qué gigantes?-me preguntaste.

-Aquellos de allí, ¿no ves sus brazos largos?

-No son gigantes-, me respondiste tú, Sancho- sino molinos de viento, y lo que parecen brazos son las aspas.

Todo ocurrió porque habían convocado un concurso para dar los molinos. Y empezaron a repartir información entre empresarios amigos. Y marginaron a empresas públicas, y beneficiaron a empresas no aborígenes. Los molinos iban a manos foráneas, Sancho, pero manos de amigos. Y a los jueces les apestó tanto el asunto que suspendieron el primer concurso. Los magistrados escucharon conversaciones indiscretas entre empresarios y políticos. La investigación demostró que políticos del gobierno y empresarios amigos preparaban el gran pufo. Pero fueron cogidos con las manos en los molinos, las cuentas corrientes en bancos suizos, y los dedos en el móvil. Y luego en el Parlamento los que manejaban el poder político, los que habían puesto a los que querían hacer las trampas, acusaron a la oposición de ser la responsable del desaguisado. Así ocurrían las cosas en Bananaria, como en las más disparatadas novelas de caballería.

Tras acabar el primer concurso con políticos en la cárcel y empresarios detenidos en los calabozos, el Mencey convocó un nuevo concurso. Después hubo un cambio de Mencey y de Virrey. El concurso se retrasó, se retrasó y se retrasó. Hasta que llegó Papa Noel a repartir molinos en La Palma, y después los Reyes Magos los repartieron en Lanzarote. Y en la isla de Los Volcanes ganaron dos empresas, una multinacional eléctrica y otra de alguien llamado Thomas Scharfenberg, un nombre poco aborigen.

Por eso, amigo Sancho, temo que detrás de los molinos siguen los gigantes de siempre. Y que todo el discurso de nuestra gente, para nuestra gente, es un puro cuento. Macaronesia no es La Mancha, amigo Sancho, aquí en estas islas no se podría aplicar la novela de Cervantes. Aquí la razón sería mía, del caballero andante, y no la del escudero. La autoridad dice que son molinos, amigo Sancho, pero te aseguro que son gigantes, los gigantes de siempre. Después de vender nuestras tierras al mejor postor, después de permitir que los de siempre se hiciesen ricos destrozando el territorio del Paraíso de la Macaronesia, machacando nuestro suelo y nuestras costas, después de ser tan ineptos que una empresa ganará una millonada de presupuesto público por el subsuelo que no explotó.

Después de todo eso, ahora también quieren entregar nuestro viento al mejor postor en Lanzarote. Y habiéndose presentado una empresa pública, cuyos beneficios serían para todos los isleños, prefieren dar los molinos a una multinacional. Por eso no te fíes de ese Mencey, amigo Sancho, ni de su Virrey, sus discursos se me parecen mucho a aquellas novelas de caballeros andantes que denunciaba Cervantes cuando me convirtió en el protagonista loco de su novela. Loco sí, pero no mentiroso, amigo Sancho. Mentiroso es el Virrey que te he nombrado en esta historia, que después de mentir en el Parlamento, ahora los policías, la jueza y el fiscal están investigando unas facturas que presentó en el Tribunal, porque sospechan que el Virrey les ha mentido para salir del laberinto en el que se metió cuando lo cogieron con las manos en la caña. Por eso no te fíes cuando estos mandamases te cuenten que los técnicos repartieron los molinos, es falso amigo Sancho, fueron ellos los que entregaron los molinos a los gigantes. Porque en Bananaria siempre pierden los isleños y siempre ganan los gigantes.

Juan García Luján

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