Un municipalista convencido por Jerónimo Saavedra Acevedo

Militante activo desde la clandestinidad, Domingo fue un decisivo impulsor de los afanes socialistas. Siempre con criterio, atesoró eficacia y pragmatismo en las responsabilidades que ejerció tanto en el ámbito orgánico como en los cargos públicos que desempeñó.

Decía lo que sentía. Tenía sentido del humor. Era bromista. Encontraba un doble sentido a muchas declaraciones públicas y ponderaba, a su modo, las razones que inspiraban a quienes las habían hecho, ya fueran compañeros de formación o adversarios políticos.

Domingo trabajó con denuedo sin necesidad de tener que esgrimir constantemente su condición de arquitecto. Es más, casi repudiaba la tecnocracia en la política. Fue un municipalista convencido y en tiempos decisivos para forjar la personalidad urbanística de la ciudad aportó siempre su experiencia y una visión de futuro muy estimable. Sabía muy bien que la conclusión de la avenida marítima sería decisiva para la movilidad y el desarrollo de nuestra capital, de ahí su empeño para materializarla.

Después, se fue alejando de la política? pero no tanto, no del todo. Estaba al día, era un hombre informado, siempre inquieto. Locuaz, sensible, crítico y poco resignado. Atento al curso de la actualidad y a los acontecimientos que sucedían en otras islas. Amaba a Las Palmas de Gran Canaria con las ganas que ponen todos aquellos seres comprometidos con los avances sociales y la consecución de mejores condiciones de vida.

En efecto, Domingo vivió la política con un especial sentido de la dedicación. Era consciente de lo que representaba construir la Canarias autonómica y no regateó esfuerzos, especialmente en la primera legislatura autonómica, formando parte del gobierno municipal dirigido por el alcalde Juan Rodríguez Doreste. Era consciente de los trances históricos que vivió, en algunos momentos con pasión y coraje.

Se ha ido un buen compañero. Descanse en paz.

*Alcalde de Las Palmas de Gran Canaria

Jerónimo Saavedra Acevedo*