Ninfómanas y conejas

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Hay muy pocas cosas en las que los políticos de todos los signos son capaces de ponerse de acuerdo en un santiamén. Por ejemplo, en la subida de sus sueldos. En este caso apenas hay debate y en cambio sí una votación unánime o casi. 

Es muy difícil lograr poner de acuerdo a los políticos de derecha y de izquierda pero ayer ocurrió con el incidente machista y gamberro de un grupo de universitarios de un colegio mayor madrileño. Un colegio mayor privado y tutelado por religiosos. Para más inri. Un colegio en el que estuvo Pablo Casado y en el que se imitaban los signos nazis. 

Desde la ultraderecha hasta la ultra izquierda, todos los representantes políticos coincidieron en condenar estas acciones vejatorias impropias de la España del siglo XXI, y menos aún en el ámbito universitario al que se le presupone cierto nivel educativo superior. 

Pues bien, a pesar del consenso de todos los representantes públicos para descalificar este burdo y grosero episodio en el que universitarios de un colegio mayor gritaban desde las ventanas a las universitarias de otro próximo que eran unas putas ninfómanas y se las iban a follar a todas como a conejas, las propias chicas insultadas y aludidas justificaron la actitud de los jóvenes machistas y le quitaron toda importancia al asunto. Sorprendentemente no se sintieron ofendidas, quizá por haber normalizado una situación tan anómala y denigrante. 

Dijeron que era normales las palabras misóginas y degradantes porque formaban parte de una tradición, igual que las repugnantes novatadas que suelen todavía hacerse en los colegios mayores universitarios, a pesar de estar prohibidas por ley. 

En estos casos uno ve desgraciadamente el ínfimo nivel cívico y moral de unos universitarios, chicos o chicas, que justifican actos absolutamente ignominiosos como si fueran parte de una broma y que mañana serán abogados, médicos, arquitectos, ingenieros, jueces políticos o periodistas. Eso es lo más grave: perpetuar una tradición abominable. 

Desgraciadamente el machismo no ha sido aún erradicado de la sociedad española. Es más, parece que las nuevas generaciones lo intensifican e interiorizan con total naturalidad. Es sorprendente ver a estas alturas a chicos más machistas aún que sus padres o sus abuelos pero aún extraña más comprobar que hay muchas chicas jóvenes que se prestan a esta espeluznante tradición y justifican las golferías machistas y las malcriadeces de sus amigos y compañeros sentimentales.

Lo curioso de todo esto es que estamos hablando de actividades y conductas repetitivas y cotidianas pero solo les prestamos atención cuando alguien las graba con su teléfono móvil y divulga las imágenes a través de las redes sociales. Nos sorprendemos de algo que ocurre todos los días pero que no se graba o si se hace no se difunde. 

Antes se decía que lo que no salía en televisión no existía y ahora lo que no existe es lo que no se publica en las redes sociales. Los que critican la creación del Ministerio de Igualdad deben vivir en los mundos de Yupi. Hoy más que nunca es necesario este ministerio y las políticas de igualdad para hacer más digna esta sociedad podrida.

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