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Las noches de San Bartolomé

José Carlos Gil Marín / José Carlos Gil Marín

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Pero las noches tensas de San Bartolomé en Gran Canaria han tenido en la Historia y en otras latitudes otras noches mucho más tensas. Así que no nos que quejemos? Porque los máximos afortunadamente quedan muy lejos.

La primera matanza de la noche de San Bartolomé, inscrita en el contexto general de las guerras de religión francesas, estuvo precedida de varios acontecimientos que son usados por los historiadores para su explicación: La Paz de Saint-Germain que puso fin a la tercera guerra religiosa el 8 de agosto de 1570; El matrimonio de Enrique de Navarra y Margarita de Valois, el 18 de agosto de 1572. París era, en aquel momento una ciudad decididamente antihugonota: los católicos más extremistas no aceptan de buen grado la presencia de los protestantes, haciendo patente su rechazo frontal al matrimonio de una princesa de Francia con un monarca protestante. Incluso el llamado Parlamento de París -nada que ver con los de ahora- decide mostrar su malestar por este matrimonio. Las protestas del pueblo se hacen evidentes, acentuándose ante el derroche de gastos y lujos que este matrimonio comporta. La corte está en tensión. Catalina de Médicis no logra obtener el permiso del Papa para este matrimonio excepcional. El intento de asesinato de Coligny es el desencadenante de la crisis que desembocó en la matanza; más aún, la presencia en las afueras de París del cuñado de Coligny al mando de unos 4.000 hombres que acampaban allí creó en los católicos de la ciudad la certeza de que se preparaba una matanza por parte de los protestantes para vengar el atentado. Esa misma noche, Catalina de Médicis mantuvo una reunión en las Tullerías con sus consejeros italianos y el barón de Retz. Una señal dada por las campanadas de una iglesia parisina inició la matanza. De inmediato, los nobles protestantes fueron expulsados del palacio del Louvre y masacrados en las calles. El almirante Coligny fue sacado por la fuerza de su lecho y arrojado a la calle por una ventana de palacio. Ya de madrugada, el pueblo empezó a perseguir a los protestantes por toda la ciudad. La matanza continuó durante varios días y el número de víctimas alcanzó casi los dos mil.

La segunda y desgraciadamente afamada noche de San Bartolomé, metafóricamente así llamada en comparación con lo padecido en la primera, o también conocida como noche de los cuchillos largos, fue una purga que tuvo lugar en Alemania entre el 30 de junio y el 2 de julio de 1934, cuando el fanático régimen nazi fascista de Adolf Hitler llevó a cabo una serie sistemática de múltiples asesinatos políticos. Se puede incluir dentro del marco de actos que realizó el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán para apoderarse de todas las estructuras del Estado alemán. Muchos de los que fueron asesinados esos días pertenecían a las Sturmabteilung (SA), una organización paramilitar nazi. Adolf Hitler se opuso a las S.A. y a su líder, Ernst Röhm, porque el dirigente alemán percibía la independencia de las S.A. de las S.S. y la inclinación de sus miembros hacia la violencia callejera como una amenaza contra su poder. Finalmente, Hitler usó la purga para atacar o eliminar a los críticos con su régimen, especialmente contra aquellos que eran leales al vicecanciller Franz von Papen, y para vengarse de sus antiguos enemigos. El número total de fallecidos pudo ascender a cientos, y más de mil oponentes del régimen fueron arrestados.

Parece ser que el sector progresista grancanario presuntamente representado por el PSOE post López Aguilar y por Nueva Canarias ha vivido a su modo y afortunadamente de forma metafórica su particular noche de San Bartolomé, cobrándose tan sólo y aparentemente una única víctima política. Aunque eso sí, con estas actitudes sesga visiblemente sus opciones en gran parte de la ciudadanía a la que aspira convencer. Porque, ¿desde estas actitudes cómo se van a construir alternativas progresistas creíbles, cuándo lo único que se ofrece por algunos es el más de lo mismo, esta vez, por el sueldo de un puesto de gerente?... La Oliva, Puerto de la Cruz, ahora San Bartolomé? El ejemplo que le da a los isleños gran parte de la clase política canaria, desde aquella célebre moción de censura en el municipio de Candelaria, en Tenerife, en la década de los noventa del pasado siglo XX, que acabó con el concejal que aspiraba a ser alcalde en lugar del de ATI-Coalición Canaria trasladado a los calabozos municipales, es, año tras año, verano tras verano -esta vez en sus vísperas sanjuaneras, y ya veremos como acaba-, muy distante de lo que debería ser. Y así le va a Canarias.

José Carlos Gil Marín

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