Espacio de opinión de Canarias Ahora
Ovejas blancas, oveja negra
Nació este partido durante la década de los 70 en centros rurales de la Suiza alemana, extendiéndose lentamente a los cantones francófonos y occidentales de la Confederación Helvética. Estableció fuertes lazos con la ultraderecha europea, desde el gabacho Le Pen a organizaciones nazis alemanas. Eran tiempos (que Blocher quiere liquidar en diciembre al formarse el próximo gabinete) de exquisito equilibrio gubernamental entre democristianos, socialistas y liberales. Equilibrio político y equitativo reparto de cargos. Si puede, Blocher dejará fuera esta vez a los socialistas, que han perdido votos y escaños en beneficio de los Verdes
La base de su éxito está situada, lamentablemente, en la explotación propagandística del miedo al extranjero y a la delincuencia. Blocher carece de escrúpulos ideológicos y fue amigo del apartheid sudafricano. Mezcla un liberalismo despiadado en materia económica con un racismo igualmente despiadado en un espacio que ahora cuenta con poco más de 7,5 millones de nacionales y 1,6 millones de extranjeros. No quiere saber nada de la Unión Europea (UE), de sus normas más o menos democráticas, ni de conceder la nacionalidad suiza en un país que fue de asilo y acogida. Su gran idea consiste en expulsar a los extranjeros que incumplan la ley y a familias enteras si el delincuente es menor de edad. El discurso contra los 350.000 musulmanes que viven en Suiza y para acabar con la construcción de minaretes en las mezquitas lo suelta un día sí y el otro también.
Su partido gastó unos 20 millones de francos durante la campaña electora, mientras las demás formaciones manejaron poco más de un millón cada una. El sábado 6 de octubre montó una manifestación provocadora contra un festival antirracista en la capital suiza, convocada por grupos pacifistas, pro inmigrantes y de izquierdas, al que concurrieron unas 4.000 personas. La información sobre esta verdadera batalla campal, seguramente sin precedentes en la plácida Berna, decía que las cosas sucedieron justo al revés. La policía y los militantes de la UDC se vieron sorprendidos por la violencia de los pacifistas. La última gracia de Blocher, que escandalizó incluso a medios de comunicación de la vieja Europa, fue la edición de un cartel nacionalista, naturalmente, con tres ovejas blancas que pateaban fuera de Suiza a otra negra. Excelente.
Quienes sostienen como irreversibles las conquistas democráticas en los países económicamente avanzados, tanto que los colocan como paradigma para los demás, tendrán que cuestionar tales ideas. La globalización no puede interpretarse de forma unilateral. El fenómeno migratorio, tampoco. Espero que Suiza contará con suficientes recursos políticos, culturales y morales como para detener a este bárbaro llamado Christopher Blocher. Un demagogo que vende a los ciudadanos el regreso a tiempos que no volverán.
Rafael Morales
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