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Paulino se quitó la máscara
No es preciso abundar en el Paulino apologista de la Universidad de la Vida; o en su rol nacionalpopulista de ordeñador de cabras mansas ni con la mano en el timón del arado. Las imágenes en que lo vimos pasando revista a los policías locales en posición de firmes no necesitaban de la evocación de aquel sátrapa africano que se proclamó emperador con medallas hasta en las orejas. Por no contarle de los honores de presidente de la República Guanche con que lo recibió Zerolo en su Ayuntamiento. Nada de esto necesita comentario adicional.
Verlo, en fin, con la mascarilla mirando en la distancia a unos recién arribados en cayucos más muertos que vivos delata el origen de los bulos que hacen a los desgraciados inmigrantes portadores de las peores enfermedades. Unos apestados. Al ponerse la mascarilla con actitudes de modelo anunciante de condones se le cayó, paradójicamente, la máscara.
La última ha sido tachar a los profesores en conflicto de chantajistas y de inmorales sus demandas. Olvidó que la consejera Milagros Luis tuvo la ocurrencia de promover un referéndum con el que esperaba poner en evidencia a los presuntos chantajistas inmorales. Pero ocurrió lo contrario y con un resultado tan contundente que debió Paulino sustituir a Milagros Luis por alguien que supiera lo que se trae entre manos. En realidad, la consejera mereció el cese cuando la famosa carta pública en que intentó enfrentar a los padres de alumnos con el profesorado y consiguió enconar aún más el enfrentamiento.
Hace un par de meses opiné que convenía cesar a la consejera y que los profesores mandatados por sus compañeros se echaran también a un lado cediendo los trastos a gente menos quemada para reconducir un conflicto definitivamente enquistado. Sigo pensando lo mismo, sólo que Paulino acaba de cerrar también esa vía.
Al llamar chantajistas inmorales a los profesores revela, ya ven, su propia amoralidad. Porque es amoral que le tenga tan sin cuidado la enseñanza que esté dispuesto a ver pasar otro curso en blanco con tal de que gane el Gobierno. Si ya es malo tomárselo como un pulso, ni les cuento de cerrarse en banda y no intentar siquiera aliviar tensiones: quiere la derrota total del profesorado; la más humillante que sea posible y al no poder exterminarlos, por lo menos que se postren al pie de su trono.
Piensa Paulino que el Gobierno puede aguantar lo que haga falta. La situación no afecta sus sueldos y sí al de los profesores a los que se les descuentan los días de paro. Tienen más que perder, son los más débiles y para acabar de vencer su resistencia trata de predisponer desde ahora mismo a la sociedad para que los linche. En lugar de arbitrar el conflicto, como corresponde a su cargo, mete más leña al fuego.
Según el barómetro del CES, ocho de cada diez canarios suspenden al Gobierno paulinés: me gustaría saber quienes son los dos que lo aprueban para tener con ellos unas palabritas.
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