Espacio de opinión de Canarias Ahora
Paulino y el Soria desleal
Pero Soria no sabe de eso y cree tanto en la estupidez y la desmemoria de la gente que actúa convencido de que olvida sus derroches. Desde el uso escoltas en plan joya del Nilo hasta sus gastos en propaganda personal prolongados por las Españas a fin de demostrar que es alguien. Su proclividad a quemar pólvora del rey autoriza la sospecha de que no lo mueven criterios de austeridad sobrevenidos sino el afán de hostigar a Paulino; sin saber que en política cuando te cogen el número estás perdido. Comenzó con la sospechosa filtración de gastos presidenciales, para hacer boca y formar ambiente, y trata de rematar embistiendo a las empresas públicas. Su sorpresa es que nadie le aplaude.
Pero, como dije, Soria no tuvo en cuenta que a Paulino se le da el envite por lo que sabe muy bien que hasta la última carta hay señas. La prepotencia le hizo creer que podía achantarlo al considerar la presidencia cautiva suya. Se llenó de balón y tropezó con la rotunda descalificación pauliana de su propuesta de eliminación de empresas. Con la salvedad de que el presidente no la ha rechazado a título personal sino que les negó validez porque corresponde al Consejo de Gobierno y no al de Merimé estudiarlas, asumirlas o rechazarlas. Con lo que, si se fijan, queriendo o sin querer, Paulino ha puesto de manifiesto la deslealtad de Soria al anticiparse con su anuncio y pasarse por el arco del triunfo al Gobierno en pleno.
Parece que Paulino ha comprobado ya que Soria es un ser que no puede ser. De ahí sus maniobras de acercamiento al PSOE en el Congreso de los Diputados y que Zapatero haya asumido determinados compromisos con las islas. Los cumplirá o no, pero, de momento, ha habilitado la posibilidad de que Paulino dé el puñetazo sobre la mesa y lo destituya. Sólo temo que, llegado el caso, el mono de poder le lleve a presidir la asociación de vecinos de Tafira; o funde con Mauricio un sindicato, lo que sería más llevadero. Debe tenerse en cuenta, además, que el respaldo de CC a su candidatura para un nuevo mandato obliga a Paulino a no permitir que su vicepresidente lo tenga por el pito del sereno. Ojo al parche, pues.
Por otro lado, Soria no es plato de gusto en Génova por asuntos internos del partido en los que no entro. Y no le favorece, precisamente, que sea socio de una CC sobre la que no influye lo suficiente para impedir que se deslice hacia los psocialistas y mitigue la tan proclamada soledad parlamentaria de Zapatero; que, hemos visto, no es mayor que la de Rajoy. Ya veremos qué ocurre en el debate de los presupuestos 2011.
En cuanto a las empresas públicas a las que Soria quiere dar la absoluta, no me alcanza la información para tenerlas o no por prescindibles. Desde luego, sobre el papel, parecen necesarias en cuanto a sus objetivos societarios y fines. Otra cosa es que los cumplan y que estén bien gestionadas. Es decir, si prevalecen en ellas la consecución de sus objetivos o si son utilizadas para extender la red clientelar en beneficio de amigos y demás familia. Ya veremos. Lo que sí está claro es que Soria no puede presumir de ejemplaridad y que lleva razón Paulino, al menos en su enunciado, al oponerse al cierre de empresas con sus trabajadores “así como así” y rechazar el dogma soriásico de la ineficiencia del sector público respecto al privado. A él le debemos algún que otro desaguisado en la materia; desde Guaguas Municipales hasta Sialsa y lo que te rondaré. Y no aprende, oye.
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