Pérez, a su aire

La historia del odio de Zapatero a Canarias, concretamente a Gran Canaria, la montó el macho Soria que pretendió desviar la atención de sus cancaburradas acusándolo de querer vengarse de las mayorías del PP en el Ayuntamiento de Las Palmas y el Cabildo de Gran Canaria. Salió el macho con el rabo entre patas de las elecciones últimas, sin renunciar por ello a dejarse sentir allí donde pueda meter el rejo: de momento, que yo sepa, en la Autoridad Portuaria y en el Museo de la Ciencia. Ya veremos si volvió a meter la pata o si los cambios resultan para bien.

Ganó el PSOE en Gran Canaria y en Canarias (cosa que suele olvidarse), por lo que, en lógica soriana, ya consumó Zapatero su venganza y sería del género tonto que prolongara el supuesto castigo a unas islas donde aspira a mejorar en las generales de marzo. Lo que ATI-PP quieren impedir; por más que en Génova piensan que los peperos retrocederán.

En este contexto, está bien que José Miguel Pérez, presidente del Cabildo de Gran Canaria, se establezca por su cuenta. La isla está más necesitada de gestión que de nacionalismos alineados con el PP de los símbolos, las banderas y la Cope y a eso se atiene. La semana pasada anduvo por los madriles recuperando contactos y relaciones en el Gobierno central. Ante las perspectivas del berenjenal en el que anda el paulinato ático-popular, decidió poner por obra que el Cabildo es el gobierno de la isla y actuar sin el tutelaje del Ejecutivo regional; que viene a ser como el de la madrastra de Blancanieves, por decirlo suavemente.

Habrá que aguardar a los resultados para hacer la valoración de esa política. Son los resultados el factor determinante. Y mientras los esperamos, me quedo con el hecho positivo de que Pérez utilice la autonomía cabildicia para desatascar la corporación, sin interferencias ajenas y lejos de las derivas paulinesas. Así de sencillo.