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El petróleo canario en su contexto africano

Txema Santana

Las Palmas de Gran Canaria —

El cuadrado que conforman Mauritania, Marruecos, Sahara Occidental e Islas Canarias precisa de un diálogo multilateral y transparente para resolver el mapa ecológico, energético y político de la cornisa norte de África Occidental. El hallazgo de múltiples materias primas, entre las que está el petróleo en alta mar, la potencialidad turística de la región, la biodiversidad marina y el asunto irresoluto del Sahara Occidental debe hacer que se ponga de relevancia la necesidad de acuerdos de seguridad ecológica y política en los que participen Marruecos, Mauritania pero también esté representada la República Árabe Saharaui Democrática y Canarias como región, además de España como país con parte implicada.

La cornisa norte de África Occidental afronta el siglo XXI en plena búsqueda de petróleo en su subsuelo marino, recursos minerales tierra adentro, sin delimitar fronteras entre España y Marruecos y con el Sahara Occidental siendo saqueado y aún por descolonizar. Y Mauritania sigue haciendo desfilar en el mercado interncional a sus materias primas, con la entereza de su soberanía y estrechando lazos con las grandes multinacionales de la minería y la pesca.

La suma de realidades nacionales que vive en estos momentos la cornisa norte de África Occidental merece un análisis pormenorizado sobre su situación actual y los posibles escenarios de tensión y conviviencia que se pueden generar. No es exagerado pensar que el momento exige observación internacional y especial atención desde la Unión Europea y España.

El Ministerio de Medio Ambiente, recientemente, ha dado luz verde a sondeos petrolíferos en aguas de jurisdicción española cercanas a las Islas Canarias, pero casi más cercanas a la mediana, nombre con el que se conoce a la línea imaginaria que marca la diferencia entre España y Marruecos.

España en 1997 presentó ante la Comisión Europea una definición de la citada mediana de forma unilateral y desde entonces hasta 2004 fueron varios los desencuentros que tuvieron ambos gobiernos para acordar el punto exacto en el que se encuentra la frontera. Cuando en 2001 se autorizó inicialmente a Repsol hacer prospecciones en la zona española cercana a la mediana, el Reino de Marruecos emitió un comunicado lamentando la decisión unilateral de España. En 2004, y después de más de siete reuniones, llegaron a un acuerdo al margen del paraguas legal de la Convención Sobre los Derechos del Mar. Coalición Canaria, partido nacionalista canario que permanece en el Gobierno de Canarias desde 1992, cuestionó en el Congreso de los Diputados al Gobierno que presidía José Luis Rodríguez Zapatero sobre el acuerdo alcanzado entre España y Marruecos y su legalidad. La respuesta que dio aquel Gobierno fue: “la delimitación de este espacio no persigue el establecimiento de una frontera, sino deslindar responsabilidades, garantizar seguridad jurídica a los operadores económicos y buscar la máxima cooperación y colaboración” . Si no perseguía el establecimiento de una frontera ¿para qué se llegó al acuerdo? Para legalizar las prospecciones adjudicadas a Repsol.

Se trata solo de un apunte histórico para entender mejor cómo hemos llegado hasta aquí. Con la luz verde de Medio Ambiente tiene, también, la del Gobierno de España. Sin embargo, este manoseo de los acontecimientos por parte de Rabat y Madrid no ha contado con la opinión de la ciudadanía ni de las instituciones de Canarias. Con la llegada de Mariano Rajoy al Gobierno de España y la designación como ministro de Industria de José Manuel Soria se le ha dado un magnífico impulso al expediente, pero a la misma vez se ha ofrecido la espalda más recia a la participación en la decisión sobre las aguas que, aunque jurídicamente españolas, bañan sus costas, que, por cierto, viven del turismo. 39 de 60 diputados del Parlamento de Canarias han solicitado hacer un referéndum para saber qué piensa la población de las Islas. El Gobierno de España ha desoído esta demanda. El asunto tiene un fuerte calado en la población y ha protagonizado algunas de las movilizaciones más importantes de los últimos años, especialmente en Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria. Para el próximo 7 de junio hay convocada movilizaciones en todas las Islas y se intenta extender la queja por la falta de participación a ciudades como Madrid y Barcelona. El resto del Estado español no ha mostrado especial solidaridad con los ciudadanos canarios que piden mayor participación en el proceso al ver en peligro su principal fuente de ingresos, en el plano económico, y la sostenibilidad de su biodiversidad, en el frente medioambiental. El presidente del Parlamento de Canarias, Antonio Castro, ha pedido la mediación de Mariano Rajoy, presidente del Gobierno de España entre José Manuel Soria y Paulino Rivero, ex socios de Gobierno, que ahora se encuentran enfrentados en esta carrera petrolera. Y la clave: desde el Gobierno de Canarias, el cabildo de Lanzarote y de Fuerteventura, y en parte de la población civil organizada, se considera que desde Madrid se está dando un trato colonial a las Islas. Una consideración de territorio del que extraer sin aportar beneficios.

Pero no es el único asunto que tensiona a la región. La descolonización del Sahara Occidental no llega y parece que no hay visos de solución. Aún ocupada por Marruecos, en su territorio viven miles de saharauis que se consideran en una prisión a cielo abierto que en ocasiones se parece a un campo de concentración, en el que las fuerzas de seguridad son del enemigo. La otra parte de la población saharau vive desplazada desierto adentro en campamentos de refugiados. Una situación que se prolonga en el tiempo y que no es más que la huella de la pésima descolonización que llevo a cabo España de sus territorios africanos, a los que abandonó sin asumir responsabilidad posterior alguna en el desarrollo de la población que allí quedaba. Véase el caso de Guinea Ecuatorial, con cuyo dictador hace Madrid negocios bañados en sangre ecuatoguineana.

A la misma vez, no solo se tiene aislada a la población saharaui, sino que el Gobierno de Marruecos esquilma sus recursos naturales y se beneficia de ellos. Exportan a la Unión Europea bajo el acuerdo que mantienen Rabat y Bruselas. Especialmente saqueado ha sido el fosfato del que Marruecos es el principal exportador mundial y tiene una de sus reservas en el territorio saharaui. No se puede olvidar el acuerdo pesquero entre la Unión Europea y Marruecos que permite la pesca en el banco canario sahariano, del que los armeros de las Islas Canarias poco se aprovechan, dado que la cuota es europea sin primar apenas a los europeos más cercanos. El banco de pesca se llama canario-sahariano y es preciso decir que Canarias y el Sahara Occidental han quedado apartados del importante negocio que supone.

Y luego Mauritania, que parece haber dejado atrás, de cara al exterior, el aspecto de país inestable. Pudiera ser una imagen más de su cíclica historia de inestabilidad, pero parece que el Gobierno de Nouackchott, beneficiado por los acuerdos con Europa, las alianzas con China, la buena amistad con Canadá y la riqueza de su subsuelo ha conseguido estabilizarse en el poder. El puerto de Nouadibou, al norte del país, está llamado a ser uno de los más importantes de África Occidental en poco tiempo. Por la pesca y por la mina. En el reciente acuerdo pesquero entre Mauritania y la Unión Europea se introdujo la necesidad de desembarco del pescado capturado en aguas mauritanas en puertos del país. Ya posteriormente, desde ahí, será exportado. La decisión ha beneficiado a los puertos mauritanos de forma trascendente. Y Mauritania también busca petróleo en su subsuelo. Recientemente se ha producido un hallazgo que invita a pensar que frente a las costas mauritanas podría haber importantes reservas de crudo.

La sociedad civil de Marruecos exige mejoras en la calidad de vida y en la democracia del país. La población del Sahara Occidental, y de los campamentos refugiados no cesan en su grito de libertad. En Mauritania, no es todo oro lo que reluce. Y en Canarias, con el mayor paro juvenil de Europa y una situación social alarmante, la izquierda ha obtenido resultados que le dan esperanza de avanzar hacia la conformación de un gobierno más exigente en lo que a su soberanía y transparencia en esta zona de acción internacional se refiere.

El cuadrado que conforman Marruecos, Canarias, Sahara Occidental y Mauritania componen la cornisa norte de África Occidental, una región que requiere importantes decisiones de índole internacional y la construcción de un diálogo multilateral que beneficie a las cuatro partes. En nombre de Canarias, hoy negocia Madrid de forma bilateral y opaca. Y en nombre del Sahara Occidental, lo hace Rabat en beneficio propio. Esto determina la situación actual. El hallazgo de múltiples materias primas, entre las que está el petróleo en alta mar, la potencialidad turística de la región, la biodiversidad marina y el asunto irresoluto del Sahara Occidental debe hacer que se ponga de relevancia la necesidad de acuerdos de seguridad ecológica y política en los que participen Marruecos, Mauritania pero también esté representada la República Árabe Saharaui Democrática y Canarias como región, además de España como país con parte implicada.

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