Como pez en el agua

Un glaucoma le quitó la vista a Enhamed. El niño de 9 años ya no podría correr por Las Canteras como lo hacía antes. La ciudad se convirtió en una jungla llena de barreras. La arena del desierto saharaui enferma los ojos de muchos niños, los padres de Enhamed creían que en Gran Canaria podría salvarse de ese peligro. Pero el destino no siempre coincide con los deseos, y la maldita enfermedad dejó al chiquillo ciego.

En medio de la oscuridad alguien le dio la mano a Enhamed y lo invitó entrar en la piscina del Julio Navarro. La vida le cambió de repente. Enhamed se volvió pez. Ayer el pez se subió al barco de El Correíllo y nos lo contó: “fuera del agua todo son obstáculos, dentro puedo ser todo lo que yo quiera”. Aquí, en Atenas o en Pekín Enhamed nos ha demostrado que siempre hay alguien dispuesto a saltar las barreras.

El pez grancanario nadó en Beijing animado por miles de personas de todos los países. Batió dos records mundiales y trajo cuatro medallas de oro. Y regresó a la isla. Pero las medallas de los paralímpicos no valen su peso en oro. Los políticos lo han llamado para hacerse una foto con él y darle una placa. Pero ahí se acabó todo. Dentro de unos semanas volverá a los entrenamientos en Madrid. ¿Quién pagará su ropa deportiva?¿Quién apoyará su formación?¿Quién respaldará sus viajes? Salió el pez de la piscina y ha vuelto a encontrarse con las barreras. Cuatro medallas de oro en los juegos paralímpicos valen menos que una de bronce en las olimpiadas 'normales'.

Enhamed es un campeón mundial. Pero es discapacitado y además tiene un nombre saharaui. Los ayuntamientos canarios que pagaron costosas facturas telefónicas para que los telespectadores apoyaran a Idaira, Toni Santos, Sergio, Ramón o Geno, los triunfitos canarios, no se acuerdan de Enhamed. Pero él sigue sonriendo y sorteando las barreras. “No estoy pidiendo una limosna, si una empresa me patrocina también consigue promocionarse y además cumple con su deber de responsabilidad social”. Este canario saharaui que ha superado las barreras impuestas por tantos prejuicios volverá a la piscina para sentirse como un pez en el agua, y nosotros continuaremos nuestra vida con nuestra propia ceguera.

Juan García Luján