Espacio de opinión de Canarias Ahora
Psicología sistemática del poder
La idea que sobrevuela en las tertulias ciudadanas sobre lo ocurrido con la disposición del Banco de España cuando no dio al FROB la voz de alarma sobre Bankia, hace pensar muy mucho las posibles circunstancias que derivaron en tal actuación ¿Por qué? Eso deberá explicarlo de forma fehaciente quien en esos momentos ostentaba el control del mismo. ¿Un boicot a la sociedad española que les facilitase un agarre sustancioso al que asirse para llevar a cabo su política? ¿Es la política capaz de semejante traición y arrastrar al pueblo a pagar una deuda económica y soberana por ideologías de partidos? incógnitas a las que no veremos soluciones que se adaptan a una razón lógica. Es indudable que manejan al ciudadano mejor de lo que nosotros mismos conocemos, con los instrumentos apropiados a sus deseos.
Cuando el miedo atenaza a la sociedad a causa de una crisis fabricada al uso de quienes acceden al privilegio del poder, es difícil contradecir a aquel sujeto que, más allá de las miras normales de servir a sus conciudadanos, vislumbra un atisbo de montaje injurioso y lesivo del que poder sacar provecho. La sociedad se muestra apartada del derecho a conocer de cerca la verdadera identidad y proyectos de los que la representan, para con ello saber en cada momento que hacer para defenderse de aquellos empeñados en manejar los hilos de la insidia social en la que la mantienen con una impunidad sin límites.
En este revuelto paisaje de identidades aparentes en momentos circunstanciales de la historia, se hace harto difícil mantener a flote la presumible objetividad que cada miembro o representante de las administraciones precisaría de la sociedad española para representar en condiciones declaradas legítimas ?promulgadas en sus programas- a sus integrantes. Las paradojas del bienestar social que han servido como equilibrio, sostén y refugio de una calidad de vida digna durante años, demuestran la irrealidad de un sistema abocado al fracaso que vino a servir de proclama al cambio de un nuevo Gobierno; una representación onírica de poder adquisitivo que se vio desbordada hace ya un lustro.
La columna vertebral que situaba a España como una de las mejores, proliferas y sostenibles economías europeas, se partió sin poder remediarlo ni un gobernador del Banco de España (BE) con “otras cosas más importantes que hacer”, ni por el presidente del Fondo de Reestructuración y Ordenación Bancaria (FROB) previsto para servir de auxilio a los problemas que pudieran existir entre los grandes hacedores de dinero ?bancos-. Contradicciones entre organismos públicos en los que la certeza de la llegada del caos financiero español por parte de unos supervisores concebidos para que no ocurriera, frenaba la mano para no apretar el botón de alerta una ley de confidencialidad. ¿Es tan compleja una ley aprobada por el Gobierno de un país, que prohíba dar la voz de alarma cuando uno de los bancos más importantes de su sector ?Bankia- se dirige a un final que desarme el bienestar de la sociedad de ese país? Parece ser que sí, o al menos eso apuntan en los tribunales los que dirigían los pasos de una de las entidades punteras del ranking del sector bancario español.
Cada vez más dudas e interrogantes que barajan hipótesis diferentes y responsabilidades aún por determinar, ¿Por qué el Banco de España (BE) no reacciono ante la existencia de la crisis en Bankia que destruyo la economía? ¿Fue el BE desplazado de la realidad con artimañas legales? Demasiadas preguntas sin respuesta que están en el tejado de la justicia; la confidencialidad exigida en el desempeño de su labor a un supervisor del banco de todos los españoles (BE), se basa en no dar detalles de los entresijos que se mueven en las entidades bancarias, pero si utilizar los elementos que sirvan de filtro a la hora de amortiguar el impacto sobre la sociedad con los daños derivados de su debacle.
Datos que refuerzan una falta de recursos para sortear los obstáculos que surjan en el devenir de la economía y que marcan la realidad a la que los ciudadanos se enfrentan; “pagar los platos rotos” de la quiebra bancaria con los recursos públicos que hagan falta para sanearla, mientras la suciedad progresiva de la sociedad se envuelve en un manto de penurias.
Una ineficaz estructura financiera que se ha visto resquebrajada bien por falta de responsabilidad en los representantes ?Estado, Banco de España, entidades bancarias y financieras privadas- o por “asuntos propios” del Banco Central Europeo (BCE), el Consejo Europeo (CE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para crear un triunvirato de poder económico en todo el continente ¿Mejor derrumbar el edifico con fisuras apreciables ?sistema político y económico anterior- y sobre el solar ?bienestar social y calidad de vida por los suelos- comenzar a construir uno nuevo a capricho del actual Gobierno con identidad política definida? Un coctel demasiado cargado de probabilidades al que le sobra componentes.
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