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El rompecabezas turco
Las encuestas conceden la mayoría, ya veremos si absoluta como en 2002, al Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) presidido por el islamista moderado Erdogan, actual primer ministro. Erdogan declaró que se retirará si no logra apoyo suficiente como para gobernar en solitario, pero no está descartado que reciba el apoyo de las formaciones kurdas que podrían conseguir entre 25 y 30 diputados. El segundo lugar está reservado para el Partido Republicano Popular (PRP), aparentemente kermalista, socialdemócrata y apoyado por buena parte de la cúpula militar. También sería posible un acuerdo, en nombre del laicismo, entre el PRP y la ultraderecha nacionalista agrupada en el partido de Acción Nacionalista (PAN), si consigue forma grupo parlamentario. El PAN rechaza a la UE, a Estados Unidos y quiere reinstaurar la pena de muerte.El PJD es un partido musulmán de derechas ligado al Partido Popular Europeo, con una política económica neoliberal que trabaja el ingreso de Turquía en la Unión Europea. En términos macroeconómicos, consiguió importantes resultados e inició privatizaciones que pretende multiplicar si vuelve a ganar las elecciones. Por otro lado, recortar poderes al ejército y rebajar el carácter no democrático de algunas leyes, exigencias de la UE, le ha llevado a enfrentarse a los militares. De recibir ahora el apoyo de los kurdos, se provocaría otro enfrentamiento de los uniformados con el PJD. El PRP tiene la bendición virtual del ejército por su defensa del carácter laico del estado que, por otro lado, nadie ataca abiertamente. Acusa a Erdogan del privatizar empresas públicas, malvendidas a su entender, y utilizar esos recursos para ampliar su base electoral. Señalado en el pasado de partido corrupto, el PRP ha intentado aprovechar la crisis que impidió la elección de un islamista como presidente de la República y que condujo al actual adelanto de las elecciones generales. El PRP culpa a Erdogan de disponer de una agenda oculta para islamizar al Estado turco, acusación que niega rotundamente el PJD. Su política económica, sus intereses como partido y el acercamiento a Europa, lo colocan muy lejos de cualquier tentación islamista radical. La paradoja inconcebible para los eurocéntricos queda clara. Un partido islamista (PJD) trabaja desde hace cinco años por la incorporación de Turquía a la UE, reforma leyes en un sentido democrático, mima sus relaciones con la OTAN e introduce el neoliberalismo en su versión más clásica. Otros partido (PRP) laico y socialdemócrata, critica estas medidas, se alía con el estamento más reaccionario del país (los militares) en nombre del laicismo del Estado y proclama un nacionalismo con tintes xenófobos. Curiosas también las alianzas posibles: los kurdos junto a los islamistas moderados y la extrema derecha con la socialdemocracia. Los primeros resultados conceden a esta hora una mayoría más que suficiente al PJD de Erdogan. De confirmarse esos datos, Turquía no tendrá problemas, supongo, para elegir al presidente, implementar el programa de privatizaciones salvajes e insistir en su reivindicación europea. De todos modos, la cuestión kurda queda abierta, tanto dentro como fuera de Turquía. La cúpula militar sigue acumulando soldados para iniciar una intervención en Irak a la caza y captura de los kurdos. Palabras mayores.
Rafael Morales
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