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Sacrosanta pederastia
Conocidos los trágicos hechos, en época actual en el que ya las gentes, y los vilmente agredidos, ya no callamos, ante las atrocidades, que en parte de la curia y prelados, se han dado en las iglesias, que por parte de determinados hipócritas se han aprovechado de un silencio colectivo, por la creencia de tenerlos como benevolentes hombres que dan ejemplo de la palabra divina con sus loables acciones; y por el poder fáctico que de siempre le han otorgado los Gobiernos. Son estas agresiones y acosos sexuales, tan indignos como antiguos, que se rememoran a tiempos remotos en los poderes eclesiales, desde las aberraciones sexuales de señalados Papas; como en el reciente pasado franquista, que desde la década de los cuarenta, eran un gobierno fascista paralelo, con incontables aberraciones sexuales y castigos físicos desorbitados, se llevaron a cabo por sus tiranías de poder en los centros religiosos y de sus órbitas.
La pederastia es inadmisible y repugnante en todas sus variantes, la cometa quien sea: laico o religioso, pero que ocurra en el seno de unas personas que transmiten los valores de la palabra divina y la salvación eterna, mediante la práctica del bien ético y moral, y la prohibición de pecar contra los mandamientos, también la lujuria carnal, como Dios manda, (sobre todo contra los indefensos menores) no tiene apelativo posible en su calificación, o todos son pocos en su aplicación. Porque el daño y la herida psicológica que dejan en los sufrientes niños, es de tal magnitud, que en muchos, es tan irreversible que no la superan, y solo encuentran la panacea en el suicidio. Y otros deben estar en tratamiento psiquiátrico durante muchos años. Ya vemos que de todo hay en la viña del Señor, aunque prediquen la moralidad divina (y ellos la incumplan).
El celibato es una opción libre del ser humano, pero cuando ésta se impone contra la lógica natural, se producirá, tarde o temprano, el funesto desbocamiento de las irremediables pasiones carnales. En el Vaticano y en otras religiones, no pueden prohibir este imprescindible bien fisiológico, y ya deben omitir el ejercicio de la obsoleta castidad, por antinatural, como bien de gratitud a sus dioses, y deben permitir la tenencia de parejas para el desarrollo equilibrado de sus sentimientos y necesidades fisiológicas. Y si así no fuere, encontrar en un permisivo onanismo (que no sea pecado para sus creencias), que es otra forma de obrar sexualmente con toda honestidad, pero nunca, ni jamás, violentar la virginidad mental e inocencia de los más delicados, mediante esta aberrante tortura infantil.
Ante estos deplorables hechos el Vaticano omite; calla con silencios sepulcrales, para no espantar a las conciencias de los que todavía tienen como fervientes de sus credos, y sepan abiertamente de sus cinismos; hace callar a los sufridos jóvenes con sus demandas judiciales, haciendo que éstas vayan al Limbo y duerman el sueño de los justos; aparta a los agresores hacia otros lugares, donde también continúan con sus acosos y maltratos sexuales; y no condena a los desalmados, que descontrolan sus belicosos instintos del ciego sexo, una y otra vez, en estos abominables ataques por el impúdico sexo hacia los menores y jóvenes. Son los mismos que predican contra las tentaciones y la codicia pecaminosa de la carne, pero, para esos curas, por estos ignominiosos hechos, tienen absolución papal e indulgencia divina. “Con la Iglesia hemos topado, Sancho”.
El Vaticano es desde tiempos seculares una gran fábrica de diseño de herejes y apóstatas, que han renunciado al credo que predican. Solo basta con ver este y otros negros asuntos que nada tienen de parangón con la doctrina cristiana. Pero por suerte, aún quedan curas conscientes con sus votos de 'desobediencia', 'descastidad' y pobreza, que están en las antípodas del papado romano y anexos a la teología de la liberación.
Teo Mesa
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