Espacio de opinión de Canarias Ahora
Hay otra salida
Esas andanadas contra lo público se encuentran muy lejos de la verdad. Aunque algunos pretendan intencionadamente hacerlo olvidar, esta crisis tiene su origen en la desmedida avaricia y la absoluta desregulación financiera; agravada, en nuestro caso, el del España y Canarias, por el estallido de la burbuja inmobiliaria, con un impacto brutal en la destrucción de empresas y de empleos, especialmente en el sector de la construcción.
El déficit público no ha sido la causa de la crisis, provocada por la desregulación del sistema financiero y sus malas prácticas, sino su consecuencia. El déficit en gran parte lo ha generado la crisis al producir una brutal caída de los ingresos y, también, un aumento del gasto para permitir el rescate bancario, el estímulo de la actividad económica desde los Estados y las prestaciones por desempleo. Como señalara Krugman es bueno saber dónde están los verdaderos responsables de lo ocurrido, porque “al inventar historias sobre nuestras dificultades actuales que absuelven a quienes nos han puesto en esta situación, eliminamos toda posibilidad de aprender de la crisis”.
Al mismo tiempo que tratan de desviar la atención sobre quienes causaron esta crisis, nos presentan como un dogma fuera de discusión que la única salida pasa por las medidas que actualmente se están planteando por los estados europeos. Es decir, por recetas económicas dirigidas exclusivamente al control del déficit público; por la reducción del “tamaño” las administraciones y, paralelamente, de los servicios que éstas prestan a los ciudadanos: educación, sanidad, apoyo a los dependientes? No nos podemos permitir ese nivel de Estado del Bienestar, dicen, cuando los problemas son otros. Y a los auténticos responsables de la crisis se les permite pasar de rositas.
Fracaso económico
Este ajuste fiscal impuesto por las autoridades comunitarias y por los menos visibles mercados se está traduciendo en un absoluto fracaso económico y social. Lo único que está consiguiendo es recesión, más desempleo, empobrecimiento de amplias capas de la población, deslegitimación de la democracia, menor cohesión, riesgo de una total fractura social; y elevado desafecto de la ciudadanía respecto a Europa. Se trata, como digo, de políticas profundamente equivocadas, que solo tendrían algún sentido en momentos de recuperación económica, pero no ahora. Y que, como bien señalaba el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, se convierten en decisiones auténticamente suicidas.
Resulta evidente que la modificación de las respuestas no pueden venir de un solo país, sino de las mismas instituciones europeas que han impuesta este brutal ajuste fiscal. Y que tienen instrumentos, como el Banco Central Europeo, para intervenir en un sentido bien distinto. En primer lugar, retrasando en el tiempo ese ajuste hasta 2016, porque los recortes no son asumibles por los estados y por sus sociedades, como pretenden, en tres años, y de aplicarse con el actual calendario producen, como se está viendo, un estrangulamiento total del sector público, recesión económica y elevado desempleo.
En segundo lugar, tomando medidas sobre la deuda soberana, que se ha convertido en un instrumento de presión y chantaje a los estados por parte de los mercados. Resulta paradójico que los 500.000 millones de euros que el BCE ha prestado a los bancos privados al 1% se dediquen por estos a sanearse, a comprar deuda pública e incluso a depositarlo a plazos en el propio BCE. Recientemente el exprimer ministro de Francia, Michel Rocard, destacó que la Reserva Federal de EEUU le había prestado secretamente a los bancos en dificultad 1.200.000 millones de dólares a un tipo de interés muy bajo, el 0,01%. Y contrasta esa situación con la de los estados sometidos a dolorosas curas de austeridad, como España, a quienes los mercados financieros ya no prestan millones a tipos inferiores al 6 o 7%.
Rocard rechaza que “los bancos privados, a quienes suelen financiar los bancos centrales a un interés del 1% puedan beneficiarse de un tipo al 0,01%, pero que en las mismas circunstancias algunos Estados, por el contrario, deban pagar tipos 600 u 800 veces más elevados”. Y concluye planteando que el Banco Central Europeo pueda prestar “al 0,01% al Banco Europeo de Inversiones o a cualquier banco público nacional”; y estos, a su vez, puedan prestar a los Estados, que se endeudan para poder pagar viejas deudas entre el 0,01 y el 1%. Evitando así la recesión, la crisis política y social, la condena al desempleo y a la pobreza a la que conducen las actuales medidas.
En definitiva, el problema de la deuda soberana tiene una solución más que razonable, sin recurrir al actual desmantelamiento del Estado del Bienestar, si el BCE habilita créditos a tipos asequibles de interés. Es decir, poniendo en práctica lo que ya hacen los bancos centrales de EEUU, Japón o Reino Unido.
Junto a ello, el BCE puede contribuir, en torno a los 150.000 millones, a un plan de estímulo que facilite la inversión pública y tire de la demanda; y, asimismo, obligando a que una parte de lo concedido a la banca privada se inyecte en el sistema financiero, facilitando el acceso a los créditos de familias y empresas.
En tercer lugar, considero imprescindible que Europa dé pasos para el establecimiento de impuestos a las transacciones financieras y a los beneficios de los bancos; y ponga límites al papel de las agencias de calificación.
Cumbre Europea
En la próxima Cumbre Europea de finales de enero, Rajoy tiene una oportunidad para defender que el BCE establezca unas políticas razonables que no ahoguen a los estados ni produzcan el total retraimiento de la economía.
Junto a ello, el Gobierno español debe tomar medidas para reducir el actual fraude fiscal, 80.000 millones de euros al año, el 23% del PIB, frente al 13% de media en la UE. Avanzar en una fiscalidad más justa, que evite que todo el esfuerzo recaiga sobre clases medias y trabajadores, sobre las rentas del trabajo, sin que se exija una contrapartida similar a las rentas del capital. Así como implementar medidas urgentes que eviten la ejecución de hipotecas por impago que está dejando sin techo a centenares de miles de personas; facilitando, además, el acceso a créditos tanto a las familias como a las empresas? O eso o continuar, sin freno, hacia el precipicio de un futuro sin esperanza.
Román RodrÃguez
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