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Sarkozy, Royal y Mayo del 68

Rafael Morales / Rafael Morales

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Al menos se trata de un debate interesante. Porque también hay quienes expresan su decepción porque mayo del 68 no cubrió sus expectativas ni la revolución socialista sucedió a la huelga general y las ocupaciones de los centros de trabajo. De estas frustraciones surgieron como hongos los conversos formato André Glucksman o peores. Vienen a decir algunos que del mayo francés no queda nada porque en el fondo nada sucedió. Consignas como “prohibido prohibir” o “ahorcaremos al último capitalista con las tripas del último burócrata” pasaron como frases ingeniosas. Nadie lee ya a Marcuse, el teórico de la insurgencia juvenil. Y así cabe argumentar dentro de un círculo cerrado hasta el infinito.Hace 19 años escribí lo que sigue. Los estudiantes de Nanterre no sólo dieron un susto a De Gaulle sino que le segaron políticamente la hierba bajo los pies y pusieron de manifiesto el colaboracionismo del partido comunista. También constituyeron el preludio del “otoño caliente” italiano en 1969, animaron las luchas estudiantiles de Berkeley, Londres, Berlín, Madrid, México o Tokio, así como precedieron a los trabajadores franceses que aplicaron experiencias inolvidables de autogestión durante la huelga general de ese mismo verano del 68. Y la solidaridad con el pueblo vietnamita, que tanto valoró Ho Chi Min, ¿tampoco tuvo que ver con mayo? El “castillo” policialmente inexpugnable del Barrio Latino forzó el cambio en los sistemas educativos, dejó como cosa extraña la escuela autoritaria del pasado -sus mitos, sus fobias, su opresión sexual-, modificó en profundidad las relaciones familiares, las de la pareja, aportó infinidad de argumentos a la música, al arte, a la literatura de nuestra época. Europa recibió un impacto social perdurable y profundo. ¿Cómo ignorar aquellos cambios?Sarkozy los reconoce, eso sí, planteando una lectura negativa. A su entender, el anti autoritarismo del 68 liquidó la respetabilidad de maestros y profesores, contribuyendo a dinamitar la escuela pública, aceleró la crisis de la Universidad y la devaluación de los títulos universitarios. Además de culpar a mayo del 68 de la decadencia gabacha, le endilgó “el pensamiento único”, aquel “pensamiento cero” en versión de Saramago, que realmente inventó el funcionario gringo Francis Fukuyama veintidós años después.El candidato de la derecha espera con estos modos engañosos el apoyo de lo más reaccionario de la Francia profunda y la comprensión de los desencantados del mayo del 68, muchos de los cuales ocupan altos cargos en las grandes empresas o nichos de trabajo entre las capas de los funcionarios más privilegiados. Este dos de mayo, espero, Sarkozy y Royal protagonizarán el gran debate televisivo. Según los sondeos de opinión, muchos votos dependen de ese choque. Faltaba picante, de manera que el xenófobo Le Pen acaba de lanzar un llamamiento a la “abstención masiva” en las elecciones presidenciales del próximo domingo. Veremos.

Rafael Morales

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