Siniestro, según

Puesto a ponerle reparos a las descalificaciones de Morales, diríales que Soria siempre ha sido así de impresentable. Lo fue incluso durante los largos periodos en que comía con CC en el mismo plato. Entonces no decían de él los nacionaleros lindezas de semejante calibre. Hasta le reían las gracias y lo ayudaron a doblarle el brazo al Parlamento cuando la comisión investigadora del Eolo que acabo de mencionar. Bien es verdad que tampoco los demás partidos reaccionaron frente a tales prácticas. A lo sumo, alguna referencia tibia de los psocialistas, que siguen en la luna de Valencia.

Dirán que la política es así y hace extraños compañeros de cama, pero me inclino a pensar que este caso es asunto de antropólogos sociales. No se entiende, o se entiende demasiado, que Soria les pareciera a los nacionaleros un tipo potable cuando lo tenían de su banda y vengan a darse cuenta de lo mal bicho que es cuando se les pone enfrente a putearlos. Lo que no excluye, faltaría más, que después del 20-N vuelvan a hacerse carantoñas, con lo que no le arriendo yo la ganancia a Claudina Morales, quien, como mal menor, deberá tragarse cuanto ha dicho.

Otrosí, que quiere decir en plan fino fino otro que tal baila, Nacho González. Su pacto con el archimentado Soria no llama la atención: está muy en la línea pepera de considerar meritorias las imputaciones por indicios de corrupción. Lo que sorprende (por así decir, ya que no sorprende nada), es el descaro con que el dicho Nacho revolotea por la política con la pesadez de un abejorro de culo blanco. Pasó de destacado miembro del PP de la España una, la de ellos, al nacionalismo feroz que cargó las pilas independentistas del mismísimo don Pepito y que luego atemperó con propuestas federalizantes pocos días antes de abrazar de nuevo a Soria y entonar el vivaspaña en el karaoke casposo de la derechona. Bendecido, para más inri por don Olarte. Como los abejorros que aceleran, aflojan y cambian de dirección sin que sepa uno adonde van. Podría verse aquí también una nueva manifestación de espíritu tribal que les dije si no fuera porque tienen la desvergüenza de atreverse, encima, a pedirnos el voto.