García Luján pretendía conducir el programa según su diseño de contenido. Es decir, circunscribirlo al Parlamento canario y su entorno político, mientras Soria se empeñaba en hablar de De Juana Chaos, del tercer grado de Vera o de la agresión “inventada” por Bono, cosas que nada tienen que ver con la Cámara canaria. Quiere ganarse así la estima de Rajoy, que no lo aprecia y desconfía de él. Una muestra: antes de su último viaje a Canarias, procuró Rajoy informarse en Madrid, no a través de Soria, para que no le cogiera desayunando durante su estancia el estallido de otra bomba del nutrido arsenal disponible.Se preocupó Rajoy de no mostrarle cordialidad y de excluir una nueva candidatura de González Arroyo, a quien Soria respaldara pocos días antes. Y aviso de que no tendrá mejor suerte con Rodrigo Rato; que no pierda el tiempo. El imputado del que siempre habla no es preciso decirles que es Caco Hernríquez. Le obsesiona, oye. No ocupa cargo público desde hace más de tres lustros ni va a presentarse a las elecciones; pero lo teme porque preside la sociedad de este periódico, que es, ya ven, uno de los pocos agujeros mediáticos que no ha conseguido cerrar con los seis millones de euros que destina a imagen y propaganda. Más dinero del que recibe la Consejería insular de Juventud y Nuevas Tecnologías, dicho sea por si no lo sabían. El día que desimputen a Henríquez se quedará como gallina sin nidal. Las cuestiones tocadas por Soria en Parlamento se relacionan con sus paranoias agravadas por la torpeza política y el desprecio al discernimiento de la gente. Si se atreve a utilizar una comisión parlamentaria de investigación para acusar y acosar a los comparecientes y se lo consienten, no va a respetar el trabajo de un presentador que trata de hacer el trabajo encomendado. Iría contra su naturaleza. No negaré que los nervios de Soria tienen fundamento. No ignora que esto no ha hecho nada más que empezar y ya sabe que se les acabó a los mandarines el tiempo de impunidad. Los escándalos ya conocidos, a los que se agregó la escandalera tinerfeña, no tienen buena pinta. Políticamente están tocados pues el mero hecho de dar pie a situaciones de gran alarma social como las que vivimos evidencian una ineptitud generalizada para gobernar; la que en Gran Canaria ha provocado el bloqueo del Cabildo. En Soria confluyen actuaciones opacas y cosas raras que lo hacen políticamente de poco fiar. No les repetiré la ya larga lista de asuntos y asuntillos, que ya tuvimos bastante los de mi generación con la de los reyes godos. Sin que todavía sepamos la utilidad de aprendérnosla de carretilla.