Espacio de opinión de Canarias Ahora
¿Todo vale para ser rector?
Lo sé, lo he dicho varias veces durante esta campaña, a mis amigos del Facebook, a mis compañeros de la Universidad, e incluso a mis estudiantes, cuando me han preguntado que a quién iba a votar, siempre lo dije: no voy a apoyar públicamente a ningún candidato. Las razones: desde que estoy en política me he vuelto visible para mucha gente y, por ese motivo, no me parecía ético pronunciarme, ya que se podría entender como una manipulación. Además, tampoco quería perjudicar a ningún candidato y que lo pudieran vincular a mi partido. Pero creo que, tal y como ha sido esta campaña y los últimos acontecimientos, es necesario que me posicione públicamente, siento la necesidad de hacerlo.
Comencé en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en el año 82, como estudiante, y en el 92 como docente. He conocido a todos los rectores, he sido representante de estudiantes, he ocupado cargos como vicedecana, subdirectora y directora de centros universitarios, he pertenecido al claustro universitario y a la junta de gobierno. Los que me conocen saben que me implico a fondo. La Universidad es mi casa, la docencia e investigación mi profesión. Y, aunque ahora esté en política y sea concejal del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, tengo muy claro que es temporal. Me jubilaré en la Universidad.
Por todos estos motivos: porque adoro mi trabajo, porque no creo que exista un trabajo más gratificante como la docencia, porque mi línea de investigación me apasiona, no puedo quedarme callada y ver como el mercadeo, la manipulación de la información y el intercambio de cargos por votos impera en esta campaña.
Comenzaron tres candidatos, tres catedráticos a los que se les presupone esa visión universal que debe tener un rector. Cada uno con un programa distinto, defendiendo su visión de la Universidad. En la primera votación cayó D. Eduardo Galván, al que considero un hombre honesto, recto y el que podría haber sido un gran gestor. Desgraciadamente no puedo decir lo mismo de parte de su equipo, el cual se ha vendido al mejor postor. Sí, es duro lo que digo, pero no puedo pensar otra cosa. No puedo creer que los que hace unos días defendían un modelo de universidad, hoy se cambien de bando por un 50% (o 100%) de reducción de horas docentes y el incremento salarial que implica ser director o vicerrector. Y estos señores, y señoras, se han ofrecido a uno de los candidatos, a D. Alberto Montoya.
Qué decir de la campaña de Montoya, llena de manipulación y de falta de memoria. El que un día se presentó contra José Regidor (y al que le presté mi apoyo), el que un día se vanaglorió de que los estudiantes se manifestaran públicamente a favor de su candidatura, hoy denuncia que los estudiantes hayan hecho lo mismo pero a favor del otro candidato, D. Rafael Robaina. Un catedrático que estuvo a punto de ser rector y, cuando no lo consiguió, desapareció del panorama universitario y se centró en su docencia e investigación.
No creo que haya habido en toda la historia de nuestra universidad un candidato que haya tenido que rectificar tantas veces.
Tuvo que rectificar cuando desarrollaron su página web utilizando keywords de referencia a los otros candidatos, algo perfectamente legal pero, bajo mi punto de vista, nada ético para unas elecciones de este tipo.
Lo siguiente fue el proclamar, a bombo y platillo, que donaba el dinero que da la Universidad para la campaña electoral (3.000 euros) a la asociación de Síndrome de Asperger. Señores, no se puede donar dinero público cuando te lo han dado para un fin determinado. Puedes rechazar ese dinero y solicitar que se emplee para otro fin. Y, aquí, también tuvo que rectificar.
Lo siguiente fue el decir, en una entrevista, que el equipo de Galván apoyaba su candidatura. Y también tuvo que rectificar. Aunque en este caso consiguió embolsarse a 7 integrantes de dicho equipo ofreciéndoles, por supuesto, vicerrectorados y direcciones. Está claro que este sería el equipo rectoral con mayor número de cargos, porque me imagino que mantendría también a los que ya tenía.
En fin, creo que esta forma de hacer campaña, dice mucho de sus aptitudes para ser rector de nuestra Universidad. No pongo en duda su valía como docente e investigador y, por supuesto, tampoco pongo en duda, la valía de los componentes de su numeroso equipo. Lo que sí pongo en duda es su capacidad para ser rector de esta Universidad.
No todo vale para ser rector, no se puede permitir dentro de la universidad instaurar las deficiencias de la vieja política: el prometer lo que sea con tal de ganar. No señor, la comunidad universitaria tiene que estar por encima de esto, de nosotros depende la formación de las nuevas generaciones y estamos obligados a dar ejemplo de ética, honestidad y buen hacer. Los conocimientos llegan, seremos mejores o peores docentes, pero ante todo estamos formando a personas, de las que nuestro país dependerá en un futuro muy cercano, y quiero que esas personas sean, primero, buenas personas y después, grandes profesionales.
Y, ya para terminar, solo me queda posicionarme públicamente al lado del candidato que, en estos momentos, puede ser el mejor rector: Rafael Robaina, cuenta usted con todo mi apoyo.
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