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El 'violador' de Tafira

Juan García Luján / Juan García Luján

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En 1993 a Ricardo lo atropelló una guagua. Seguramente iba pensando en otras cosas, en su plan diario de conseguir heroína. Cuando se despertó en el hospital el médico le diagnosticó una minusvalía síquica y física del 66 %, una desgracia más que añadir a su vida. Pero lo peor estaba por llegar. El segundo atropello que sufrió Ricardo fue el 22 de junio de 2007. Una mujer lo vio en la calle y lo confundió con el hombre que la había violado diez años antes. La mujer iba en su coche, no lo atropelló, pero llamó a la policía que con una extraordinaria diligencia se presentó en el lugar y detuvo a Ricardo. A partir de ahí comenzó un calvario que duró dos años y siete meses.

Otras dos mujeres acudieron a comisaría y en una rueda de reconocimiento señalaron a Ricardo como al autor de las agresiones sexuales que habían sufrido en la segunda semana de noviembre de 1997. En junio de 2007 Ricardo se sentó en el banquillo de los acusados. La defensa presentó un informe de la policía científica y otro del Instituto de Medicina Legal de Las Palmas que señalaban que las pruebas de ADN que se compararon con los restos de semen encontrado en el pulóver de una de las agredidas no eran compatibles. El abogado también argumentó que la adicción a la heroína había matado el deseo sexual de Ricardo. En el sumario también se incluían las declaraciones realizadas por las agredidas ante la policía la semana que denunciaron los hechos. Ninguna de las tres pudo dar detalles de la descripción del violador. Pero los magistrados de la Sala Segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas dieron más valor al testimonio que dieron las víctimas durante el juicio, cuando declararon que Ricardo era el hombre que las había violado diez años antes. Ricardo fue atropellado por tercera vez, en esta ocasión por una sentencia judicial.

¿Qué hubiera pasado si los jueces que lo condenaron hubieran puesto en la calle a Ricardo después de escuchar el testimonio acusatorio de tres mujeres diferentes? Quizás algunas crónicas periodísticas hubiesen machacado a los jueces. Todavía no se conoce la sentencia del Tribunal Supremo que anuló la resolución de la Audiencia Provincial. Pero se sabe que el alto tribunal tuvo en cuenta las pruebas de ADN. Lo fácil ahora es dictar sentencias periodísticas condenando a los jueces, o acusando a las víctimas de las violaciones de inculpar sin estar seguras, o condenar a los periodistas que llamamos “violador de Tafira” a Ricardo.

Está claro que Ricardo y su familia merecen una indemnización que contribuya a reparar parte de los daños que han sufrido. Pero ahí no debe acabar la cosa. Sería bueno aprender de esta historia para revisar los métodos de las ruedas de reconocimiento. Cuando un caso de violencia tiene repercusión mediática (caso Cathaysa, desapariciones de niños, el caso de Aitana, el hombre de la furgoneta blanca que se suicidó en su celda?) se crea un ambiente social que provoca una presión entre los investigadores. Siempre existe la tentación (entre policías, jueces, periodistas y la plebe) de echarle el marrón a alguien.

Hay quienes sugieren que los policías que participan en las ruedas de reconocimiento no sepan quién es el inculpado y quiénes son los figurantes. Cuando algunos medios canarios alarmaron a la población con la historia de un hombre de una furgoneta blanca que iba secuestrando chiquillos en Gran Canaria se dispararon las denuncias ante la policía por presuntos intentos de secuestro. Algunas denuncias sin fundamento abrieron informativos de medios públicos. Hemos visto en la portada de un periódico grancanario la foto de presuntos “secuestradores” en playa de Las Alcaravaneras que ni siquiera fueron denunciados por las personas que los acusaban en el periódico.

Nadie le quitará a Ricardo y a su familia los 2 años y siete meses de cárcel, miedos, acusaciones... Pero policías, jueces, periodistas, investigadores?debemos aprender del caso de un hombre atropellado por una guagua y por una sentencia judicial.

(“Cierra tus ojos, no tengas miedo, el monstruo se ha ido, él está huyendo y tu padre está aquí?” Beautiful boy, John Lennon)

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