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¿Donde está el Wally gallego?

Cristóbal D. Peñate

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Si las encuestas que se han publicado hasta el pasado lunes se hacen igual que los sondeos de los lectores de periódicos, nadie puede saber aún quién ganará el domingo. Cada medio da un vencedor diferente.

En el último debate a tres del pasado miércoles, para mí hubo una clara ganadora: Yolanda Díaz. Yo suelo ir a contracorriente pero en esta ocasión coincidí con los seis periodistas que participaron en la tertulia posterior al debate en el Canal 24 Horas de Televisión Española.

Los periodistas tertulianos pertenecían a ABC, Infolibre, El Mundo, Eldiario.es, La Razón y La Vanguardia: cuatro mujeres y dos hombres que consideraron unánimemente que la candidata de Sumar fue la que mejor lo hizo mientras que Abascal fue el peor. Entre los seis medios representados había tres conservadores, dos progresistas y uno centrista, por lo que no son en su mayoría sospechosos de ser entusiastas partidarios de Yolanda Díaz.

En lo que sí coincidieron casi todos es en que el único y seguro perdedor fue Alberto Núñez Feijóo ya que declinó la invitación para participar en el debate con el ridículo subterfugio de que también tenían que asistir los representantes de Esquerra Republicana de Cataluña y Bildu. El PP defendiendo a los que llama despectivamente golpistas y terroristas. ¿Qué será lo próximo: el PP defendiendo la sanidad pública? Aún no ha ganado las elecciones y ya quiere mandar en la televisión pública estatal. Peligro. 

Al parecer, Feijóo quería tener enfrente a sus enemigos para escenificar un bloque rival con “golpistas y terroristas”, que es como la derecha cavernícola española denomina a los de Rufián y Matute. 

Es muy probable que el líder de la oposición no acudiera al debate a cuatro porque temía que Sánchez y Díaz lo equipararan con el ultraderechista Abascal. No hizo falta que acudiera el gallego a la cita televisiva porque de igual manera los dos representantes de la izquierda dejaron bien claro que el PP y Vox formaban parte de un mismo paquete, como se ha demostrado recientemente en la constitución de los gobiernos de varias comunidades autónomas y un sinfín de ayuntamientos en donde han empezado a arriarse las banderas arcoiris y a censurar obras de arte y teatrales. Vaya con los liberales. La única libertad que defienden es la económica. 

Entiendo que el ex presidente de la Xunta de Galicia no quiera que lo identifiquen con la ultraderecha española pero por mucho que huya, como Esperanza Aguirre de los agentes de movilidad, ya está más que identificado. Al fin y al cabo los dirigentes de Vox fueron antaño, no hace tanto tiempo, los cachorros de las Nuevas Generaciones del PP. Abascal es el claro ejemplo. 

El Partido Popular está desesperado porque sabe que no tiene posibilidades de conseguir la mayoría absoluta este domingo. La única manera de lograrlo sería sumar los de Abascal al bloque de los populares y eso no gusta a los más moderados de su partido, que algunos hay todavía, aunque cada vez con menos predicamento. 

Alberto Núñez va a quedar a dos días de las elecciones como un cobarde mentiroso. Lo primero por huir despavorido de un debate a cuatro que al final fue a tres por su culpa. Y lo segundo porque se ha descubierto que en el cara a cara con Sánchez dijo más mentiras que el presidente durante toda la legislatura.

 Para más inri, Silvia Intxaurrondo, una excelente y valiente periodista de Televisión Española, lo puso contra las cuerdas esta semana tras cogerle en varias mentiras. Igual que se le cogió a Abascal el miércoles en la misma cadena cuando dijo, entre otras tantas falsedades ostensibles y patentes, que Bildu había aprobado la reforma laboral del Gobierno cuando eso es falaz: el partido independentista vasco la rechazó votando en contra, como hicieron Vox y el PP, con la excepción memorable y jocosa de Alberto Casero. 

¿Saben en qué se diferencian Feijóo y Sánchez? En que el gallego votó al PSOE de Felipe González en 1982 mientras que el presidente no lo hizo, aunque es verdad que porque en aquel momento solo tenía diez años. Sánchez se afilió al PSOE en 1993, cuando tenía veintiún años, por lo que tampoco votó a Felipe en 1986 y en 1989.

Todo esto demuestra lo mal que envejecen algunos socialistas como Felipe González, Alfonso Guerra y compañía, que hoy ya no son de izquierdas por mucho que pregonen la esencia del socialismo. Por no hablar de Leguina y Corcuera, tertulianos habituales de televisiones ultras. 

El candidato del PP ha estado desaparecido después de sus meteduras de pata porque está convencido de que ganará las elecciones por goleada y por la cara. Pero eso está por ver. No es la primera vez que Sánchez da la vuelta al marcador contra todo pronóstico y en el último minuto de la prórroga. 

¿Dónde está Wally, dónde está Feijóo? Parece que está escondido dentro de su cueva hasta el domingo. Al fin y al cabo está demostrando ser tan troglodita como su socio, el ultraderechista Abascal.

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