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Ninguno somos Zerolo

José H. Chela / José H. Chela

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Sin embargo, le parece a uno, una reivindicación popular en sentido absolutamente contrario, sí sería coherente y, a veces, hasta necesaria. En estos momentos, en los que a los vecinos de Santa Cruz se nos pretende convencer de que la ciudad y Miguel Zerolo son la misma cosa, la misma sustancia e idéntica identidad, y cuando se abre paso la insólita idea de que si alguien duda de la honradez del alcalde se está dudando de la honradez de toda la sociedad chicharrera, sería conveniente desmarcarse. Y a mi no me importaría en absoluto enarbolar una pancarta en la que se leyera: Yo no soy Zerolo. O ninguno somos Zerolo, salvo Zerolo mismo. Y digo todo esto partiendo –ya lo que repetido en esta columna más de una vez- del respeto debido a la presunción de inocencia de don Miguel y hasta de la esperanza de que, finalmente, quede clara su inocencia. A nadie –a mi al menos- le apetece verse rodeado de corrupción. Pero, los vaticinios que me he permitido plasmar en esta sección acerca de la reacción de CC en lo que se refiere a la situación planteada en la capital tinerfeña tras el auto de Garzón sobre las presuntas corruptelas ligadas a Fórum Filatélico y las investigaciones en torno a la operación de Las Teresitas, han sido confirmados por la realidad. Miguel Zerolo será, con casi entera seguridad, candidato a repetir al frente de la alcaldía y el arma electoral será la del victimismo. Aunque la estrategia consistente en identificar al alcalde ''acosado por una Justicia manejada con fines políticos'' con el conjunto de la variopinta ciudadanía se le pueda antojar a cualquier observador sensato verdaderamente burda, no me atrevería yo a asegurar que no vaya a dar sus frutos. Cosas más raras se han visto por estos lares. Mientras se aguardan acontecimientos –vaya unas Navidades moviditas éstas- lo de Nacho González hablando a los medios de ''un Estado policial'' en Canarias a cuenta del caso Teresitas, demuestra hay gente en nuestra clase política carente del menor decoro. Todo el mundo sabe en estas islas quién es el líder del CCN y quien es su padre: uno de los impulsores y principales beneficiario del escandaloso asunto, que, ése sí, seguirá siendo escandaloso incluso aunque los trabajos de la Fiscalía acaben en agua de borrajas. Callándose no hubiera salido más guapo en las crónicas, pero habría demostrado más elegancia y un grado exigible de asepsia en torno a una cuestión que le afecta personal y familiarmente.

José H. Chela

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