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Nulas han sido las previsiones y defensas para el cambio climático por los gobiernos canarios

Teo Mesa

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Hace más de quince años que escribo sobre temas medioambientales (desde el primer Protocolo de Kioto en 1997). Lo he hecho en base a una preocupante concienciación sobre los efectos que produce el calentamiento global y sus dañinas causas, generadas por la industria y la torpeza humana de no proteger el medio ambiente en que vive. Consecuencias que estamos sobrellevamos desde hace unas décadas, todos los seres vivos, los ecosistemas, la capa de ozono; nuestra calidad atmosférica, por el impuro aire que respiramos; por la urgente necesidad de reciclados de las materias de consumo; y de todas las conclusiones habidas en las cumbres internacionales sobre el clima de la Tierra, etc.

En todos estos artículos que han sido insertados en varios medios locales, escritos y digitales, siempre he deplorado el inconsciente desprecio de los gobiernos del PP (con sus negativas muestras de apoyo y la incomprensible aberración hacia las energías renovables; y sí al excesivo uso del carbón, siendo amonestado por la UE por el incumplimiento). Y de todos los gobiernos autonómicos canarios, por su absoluta inactividad ejecutiva para paliar y afrontar las posibles consecuencias de los perversos efectos que ya estamos padeciendo con el calentamiento global, que ha producido la quema de combustibles fósiles y los deterioros medioambientales que genera la evolución (pésimamente entendida y desequilibrada con la naturaleza en un convivio sin perjuicios) y la inoperancia hacia la sostenibilidad del territorio.

En muchos de los artículos he reprochado, tanto al Gobierno central como el Autonómico: sus desidias, despechos e irrespetos contra la naturaleza y el medio ambiente, en el dictado de unas leyes contra natura y el desvergonzado amparo a los combustibles derivados de los fósiles (carbón, gas, petróleo, etc.). Sobremanera, obviando los protocolos y compromisos firmados por los Estados mundiales en las cumbres del calentamiento global y sus drásticas enmiendas. Asimismo, he mostrado el rechazo al descarado favor gubernamental a las eléctricas, que usan el carbón (generalmente) para producir energía; y cargándose olímpicamente las energías renovables y limpias, las cuales tuvieron en nuestro país, en los comienzos de este siglo, la creación de una industria floreciente en tecnologías y en la construcciones de los elementos de los aerogeneradores, que incluso, exportaban a países foráneos. Todo ello, es absolutamente incomprensible en un país al que le sobran horas de sol y vientos; que, en antítesis con otros países nórdicos (Suecia, que le saca el mayor partido a todo lo ecológico en educación, respeto y equilibrio con la naturaleza; Noruega, Alemania, Holanda, Finlandia, etc.).

Nunca jamás el gobierno autonómico canario se ha preocupado del medio ambiente, ni de los equilibrios con nuestros débiles y pequeños territorios; ni se ha lo tomado en serio en estricta responsabilidad del bienestar comunitario, en honor y decencia con su obligación en el cargo; ni ha previsto de un gabinete que estudiara, a corto ni a largo plazo, las derivaciones del cambio climático (creó uno que no funcionó, todo fue de cara a la galería). Ni aun siquiera, ha tenido un mínimo respeto por la naturaleza regional: en su océano, costas y de tierras adentro. Todo lo contrario, ha perjudicado al medio ambiente y a la naturaleza en todos sus elementos, con las peregrinas leyes por estos impuestas. Pero sí es verdad, que las leyes establecidas han sido siempre creadas en plácet y en supeditación de los poderes empresariales, en favor de la construcción de edificios turísticos y de asfaltos en las carreteras. Ha estado el gobierno regional en las antípodas de los cuidados, acatos y responsabilidades con los ecosistemas y los entornos naturales.

Las absurdas e incoherentes medidas tomadas por los varios Ejecutivos canarios habidos, en contra de una ecología justa y eficaz con el vivir en la natura, han sido para crear en las Islas un solar yermo, invivible, solo disponible para la construcción de cementos y alquitranes. Entre las desafortunadas leyes se enumeran: Ley del Suelo (recientemente aprobada) que menosprecia la sostenibilidad del territorio; la actual imposición del gas como combustible —por exigencias de las multinacionales petroleras—; la descatalogación de las especias vivas de la biodiversidad marina y terrestre (en favor de las edificaciones de puertos, complejos turísticos y de ocio).

El presidente del Gobierno de Canarias, se ha reunido en la sucursal administrativa del Gobierno en Las Palmas de Gran Canaria, para hacer un brindis al sol con el nuevo “Comité de Expertos para el Estudio del Cambio Climático”. Todo un sainete (me retractaré si entra en plena eficiencia contra el aumento de las temperaturas, subidas marinas y el calentamiento por el efecto invernadero en nuestra región). Este novedoso órgano sustituye al abolido “Observatorio del Cambio Climático”, que solo sirvió de postureo y de sangrías económicas inútiles, habiendo sido defenestrado el pasado noviembre de 2017. Y la conclusión, en esta cumbre climática canaria del presidente autonómico, fue la sesuda frase: “Canarias atesora un gran potencial”. ¡Eureka!... ¿Aún no lo habían descubierto? Para ese viaje no se necesitan alforjas. Y la consejera del ramo alega que, la Ley de Suelo ha sido su principal aportación contra el cambio climático ¿…? La señora consejera es capaz de venderle leche a las vacas; o paraguas en el desierto. ¿Se puede ser tan forofa de la irrealidad y la patraña oficial?

El potencial que tiene Canarias no se ha hecho realidad contra el calentamiento global por la apatía e ineptitud de los Ejecutivos que han gobernado en las Islas. Han sido irresponsables e insensatos con las posibilidades naturales con las que cuenta el Archipiélago: energías limpias y renovables, gratis y continuas durante todos los años, con las constantes fuerzas de los invariables vientos alisios; el perenne sol diario, que produce las energías térmicas con los paneles solares; las fuerzas mareomotriz de los movimientos de las olas marinas de nuestras extensas orillas; e inclusive, las energías geotérmicas de los volcanes, aún dormidos. Y etcéteras. Podríamos incluso, exportar energías limpias.

Todas estas energías pueden sustituir a los combustibles fósiles y ser Canarias no dependiente de los productos petrolíferos. Pero el Gobierno canario, ‘tan ecologista y luchador contra el cambio climático’, prefiere contentar a las multinacionales petroleras con las quemas de estos productos, como el petróleo y sus refinados; y el gas, que tratan de imponerlo en las Islas manu militari. Y son estos combustibles —al margen de la irracionalidad del hombre— los que han perjudicado a la naturaleza y creado el calentamiento global con el efecto invernadero.

Puede llegar a ocupar un gobierno estatal, autonómico o insular, cualquier persona en democracia. Muy a pesar de la negación de sus aptitudes y de sus capacidades intelectuales o profesionales para desarrollarlo con eficacia y en afán de servir a los ciudadanos, que en él o ella han depositado su confianza en su buen hacer, ética personal y de honor, y de responsabilidad y honestidad con el cargo. Nunca he entendido cómo muchos de esos gobernantes eventuales en los cargos, hacen de su capa un sayo y manejan los hilos de la gobernanza en base a sus criterios impositivos –obtusos en muchos ejemplos–, muy personalizados o en preferencia con sus partidos políticos; o de intereses de una minoría financiera, en detrimento del bien común de la sociedad.

Excepto el actual presidente del Cabildo de Gran Canaria don Antonio Morales, no se ha destacado a ningún político canario en base a sus responsabilidades con el medioambiente y la naturaleza, como un claro y convencido defensor, ni de su prioridad por combatir el cambio climático. Todo lo contrario, a quien se salga del sistémico redil es perseguido, anatemizado y crucificado en su política contraria a los intereses del neoliberalismo, como le está ocurriendo a dicho presidente cabildicio.

En la globalidad mundial todos reconocen el cambio climático, nadie lo puede negar (excepto el muy egocentrista e interesado inquilino de la Casa Blanca). Sin embargo, aún no existen varias fuerzas sociales en el planeta que en conciencia puedan actuar, presionar a todos los políticos con cargos para que se comprometan de forma urgente, a combatir las perjudiciales consecuencias que estamos viviendo y que vivirán futuras generaciones. El sistema de vida en occidente tiene que cambiar drásticamente en base al consumo desproporcinado y desequilibrado con las necesidades primarias, porque el planeta también tiene sus límites y no permite la continuidad de quema de energías fósiles. Tengámoslo presente y muy en la sensibilidad de nuestras conciencias.

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