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Lo que el acuario esconde

Isabel Saavedra

Aquel negocio que se cerró con una invitación a almuerzo y ronda de copas, y cuya factura costó a los ciudadanos más de 1200 euros, empieza a hacerse real. Ahora, con el apoyo incondicional de un gobierno municipal conformado por algunos nuevos políticos que antes se echaban manos a la cabeza cuando se privatizaba lo público.

Al final del mandato municipal del PP se puso la primera piedra del acuario, y fue entonces cuando nos topamos con la realidad: El acuario de Kiessling empezaba a construirse en el mejor espacio público de la ciudad.

A la empresa Poema del Mar, S.A. se le puso la alfombra roja para que dispusiera de 10.000 metros cuadrados en el istmo de la Isleta, un sitio singular de gran atractivo económico cuya cercanía al puerto y a la playa de las Canteras lo convierten en la joya de la corona.

Para impulsar el negocio, el Ayuntamiento rebajó el 95% del Impuesto de Construcción, mediante la aprobación ad hoc de una Ordenanza fiscal, muy contestada en su día por los mismos que, ahora en el gobierno, han decidido apoyar el proyecto. Con esta medida, la ciudad dejó de ingresar 600.000 euros.

A las anteriores concesiones, se unen otros incentivos: un parking anexo para 300 vehículos, la pasarela que conectará directamente la ciudad con el negocio, y una plaza pública que culmina la instalación. Coste total: 6 millones de euros de las arcas públicas.

Para ser rentable, el acuario necesita 500.000 visitantes al año. A corto plazo, lo será por la curiosidad que despertará entre la población. También frenará la actividad industrial relacionada con el turismo de cruceros (taxis, restaurantes, comercios) pues al disponer de tienda y restaurante, retendrá a los visitantes las tres o cuatro horas de la escala. A la larga (la concesión de suelo público es por 50 años), es probable que termine abandonado por falta de rentabilidad, obligando al ayuntamiento a rescatarlo con más dinero público.

Una mayoría absoluta no legitima cualquier decisión política, pues existe otra legitimidad tan necesaria como la de las urnas: la legitimidad moral que se ratifica con la participación de una ciudadanía informada, sobre todo en casos en que se invierte tanto dinero público en una empresa privada. En la plataforma de participación change.org se puede firmar en contra de un proyecto que terminará saliendo muy caro a la ciudad. Al tiempo. 

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