Señalan con el dedo en Tenerife a Aurelio Abreu, alcalde de Buenavista, que de la nocha a la mañana se ha convertido en una persona con extraordinaria ascendencia en los ambientes más apegados a ATI. Tanto que hasta lo han hecho presidente de la Comisión de Control de Cajacanarias, la joya de la corona de los insularistas tinerfeños, con Rodolfo Núñez a la cabeza. Los hay, no obstante, que encuadran ese nombramiento en el buen rollito, pero otros peor pensados lo relacionan con ese pedazo de campo de golf que tan contento tiene a Ricardo Melchior y, especialmente, a Gestur Tenerife. Hasta Pilar Parejo, de común prudente, se ha permitido bromear con la excesiva cercanía de Abreu a ATI. “Es más nuestro que de ustedes”, ha dicho a consejeros socialistas del Cabildo tinerfeño. Como decía el famoso comentarista televisivo argentino cuando fallaba estrepitosamente aquel popular futbolista de igual apellido, “Abreu, pero Abreu, no voy a decir donde vivís, pibe”.