Dice Mario Cabrera que está perdiendo la confianza en su socia Águeda Montelongo, con cuyo partido, el PP, firmó en 2007 un pacto de gobierno en el Cabildo de Fuerteventura que ya toca a su fin. El pacto, entiéndase, que al Cabildo aún le auguramos larga vida. Montelongo se enrocó en el Patronato de Turismo para hacer lo que, en el argot de los mediocres, se llama “política”. “Hacer política”, que viene a traducirse en convertir el departamento en un fortín con el que hacer carrera, incrementar el número de estómagos agradecidos, comprar voluntades, hacerse un hueco en las oraciones de los dirigentes regionales y nacionales, y si sobra dinerito, promocionar la isla de Fuerteventura. No es de recibo, qué va, por mucho pacto que haya, porque el descrédito de Águeda Montelongo y los suyos es también el descrédito del Cabildo y de su grupo de gobierno, a cuyo frente está un nacionalista, Mario Cabrera, que este lunes se pasó toda la mañana telefoneando a su socia, la señora Montelongo, para que le diera una explicación. La segunda entrega de Mamandurria en el Patronato que hemos publicado aquí, y de la que ya les estamos ofreciendo su correspondiente secuela, ha acabado por llenar la cachimba de Cabrera, que no destituye a la consejera del PP y a todos los suyos por ese inveterado temor de los políticos de hacer según qué cosas en vísperas electorales.