El caso es que en la sesión de abril, los portavoces socialistas fueron increpados por el público de manera absolutamente vergonzante, y lo escucharon los presentes y los oyentes de una emisora de radio local que reprodujo el escándalo al día siguiente. Los oyentes escucharon también cómo los concejales socialistas pedían el amparo del alcalde, el siempre generoso Marcos Brito, de CC, que aseguró no haber escuchado nada, como tampoco se enteraron de nada los concejales del grupo de gobierno. No significa esto que los dirigentes municipales de La Ranilla desoigan la voz del pueblo, qué va, lo que ocurre es que cuando esa voz es para insultar a la oposición se produce una sordera generalizada. La cosa se puso tan grave que el alcalde tuvo que advertir que levantaba la sesión, sin oír nada, eso sí. Ni un escrito posterior del PSOE, al que se sumó la concejala del PP Eva Navarro, que también ha sufrido insultos, incluso de algún otro concejal, ha conseguido desentumecer el pabellón auditivo del señor alcalde.