Es tan llamativo el auto ahora recurrido, que hasta el más novato jurista caería rápidamente en la cuenta del escaso interés habido por investigar los hechos denunciados. De este modo, parece normal (a la par que preocupante) que tenga que ser el propio denunciante quien aporte los elementos de prueba que la Sala no quiso, no pudo o descuidó reclamar para un mejor proveer. Por ejemplo, al recurso se acompaña una grabación en la que el alcalde de Agüimes, por entonces miembro del Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria, explica a dos emisoras de radio cómo fue que Soria no se ausentó de aquella famosa reunión de la que dijo que salió a escape cuando se trataban los temas de su casero, al que pretendió beneficiar con descaro en el negocio eólico. Pero, además de Morales, la Sala puede llamar a declarar a un amplio ramillete de testigos, que seguramente certificarán lo que todo el mundo sabe: que Soria mintió como un bellaco ante una comisión de investigación parlamentaria (artículo 520 del Código Penal), dicho sea con el único ánimo de ilustrar.