El anuncio de la muerte de Womad en Las Palmas de Gran Canaria lo ejecuta el Ayuntamiento justo cuando se conoce una demagoga carta de su alcalde, Juan José Cardona, al presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, reprochándole el abandono presupuestario al que a su juicio se somete a la ciudad desde la Comunidad Autónoma. La carta no tiene desperdicio porque el alcalde reprocha a Rivero exactamente lo mismo que él y todos los dirigentes políticos europeos están haciendo con todas las cuentas públicas, reducirlas drásticamente. Así, mezcla la ya conocida y formalmente comunicada reducción del 5% en las aportaciones a las dos capitales canarias, con la caída en la inversión publicitaria en los clubes deportivos y con la pérdida de subvenciones a los Amigos Canarios de la Ópera, asociación a la que, junto a otras iniciativas relacionadas con la música clásica, Cardona puso a parir durante su campaña electoral en su irrefrenable intento de descalificar a Jerónimo Saavedra por sus aficiones culturales. Por desgracia para sus vecinos, aunque sea un aspecto que en medio de una crisis muchos erróneamente desprecien, la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria tiene a su frente a alguien incapaz de diferenciar una viola de un violín, una rumba africana de cualquier hit de Manolo Escobar. Por lo tanto, sugerirle que mantenga vivo el festival Womad justo el año que celebra su trigésimo aniversario en el mundo será mucho pedir. Acaba un noviazgo apasionante entre el festival y su público en Canarias. Veremos qué nos prepara el alcalde para sustituirlo, porque ya les adelantamos que algo prepara.