La querella del soriagate, presentada por el PP ante el empeño de José Manuel Soria por convertir en conspiración su propia conspiración, fue desestimada por el juez Alberto Puebla con un elegante y educado varapalo en el que, en resumen, se venía a decir que la próxima vez que quiera ejercer ese derecho, el PP debe fundamentar sus sospechas de delito de una manera más rigurosa. El magistrado ni siquiera abrió diligencias de investigación sobre los delitos que se imputaban a dos jefes superiores de Policía, a dos inspectores, a dos periodistas, a un ingeniero de Caminos y al denunciante de la trama de Grupo Europa, y lo único que ordenó es que se investigue si, por un casual, se había cometido el delito de revelación de secretos, el único que el PP no denunciaba, miren por dónde. El Juzgado de Instrucción número 1 de Las Palmas de Gran Canaria se ha dirigido al 3 de Telde para que le informe si la causa estaba declarada secreta y en qué estado estaban las investigaciones en el momento en que se presentaba la denuncia objeto de los desafueros del vicepresidente del Gobierno.