Mientras Dimas Martín, el capo di capi, arenga a los suyos desde la cárcel para que no abandonen la senda de la trapisonda y la indecencia y reta a la Guardia Civil que demuestre lo que consta en el sumario de la Operación Unión, continúa implacable su instrucción el juez César Romero Pamparacuatro. El instructor se ha tropezado con numerosas dificultades para sacar adelante una investigación compleja y abundante en la que está implicada gran parte del poder político y empresarial lanzaroteño, el que lo ha mangoneado todo históricamente para situar a Lanzarote en el epicentro de la vergüenza nacional. Ha tenido que sufrir alguna incursión ilegal y más que sospechosa en el sistema informático Atlante, el que se utiliza en los juzgados canarios, lo que le obligó a sacar de allí el sumario y pasarlo a discos duros convencionales y controlados por unos pocos. Pero los ataques continúan.